miércoles, 17 de junio de 2009

SEGUNDA NOVELA DE ZULOAGA


En la pequeña isla de San Gregorio, perdida en un lugar inconcreto del Caribe, todo el mundo se conoce. Lucas Pérez, un venerado y prestigioso profesor de Humanidades, ha visto crecer a todos los que hoy tienen una mínima relevancia en la vida pública de la isla.

Por eso conoce muy bien el talante, y sobre todo las debilidades, del Presidente de esa pequeña república, Armando Gabaldón,político inepto y juguete fácil en las manos de los intereses petrolíferos multinacionales.

Los efectos de la mercadotecnia política hacen de él una suerte de tótem mágico, que el pueblo ve casi como un ser perfecto. Pero la realidad es distinta y John Delaware, asesor personal del mandatario, maneja con habilidad los hilos presidenciales mirando, siempre, los intereses de las petroquímicas que trabajan en las aguas de San Gregorio.

Pocos imaginan que la semilla de la rebeldía está 0germinando y que todo puede ocurrir en las próximas elecciones presidenciales.

”La Isla de los Rebeldes” es una sátira que desentraña, de manera elocuente, las servidumbres de la política, sea cual sea su signo. Javier Zuloaga ha escrito una magnífica fábula sobre los espejismos de la política y las artes mediáticas que viven a su alrededor para llevar a los pueblos hacia la ensoñación.

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LA MAGIA DE ESCRIBIR

Removiendo en busca de las razones que me han llevado hasta el oficio de escritor, no tengo más remedio que acudir a mi memoria infantil y aceptar que una suerte de magia debió colarse por los poros de la piel de mis dedos cuando, en 1957, mi padre me bajó, desde su despacho de director de periódico, al taller de tipografía en el que los crisoles de las linotipias mantenían hirviendo una aleación de metal que, minutos después, convertirían, en líneas de plomo, los pensamientos de quienes, en la redacción, trataban de contar qué pasaba en el mundo.

Ocurrió en Valladolid.

Recuerdo que pidió a un linotipista que tecleara mi nombre. Un par de minutos después, me había convertido en agaoluz reivaj en un trozo de metal que aún mantenía su calor.

Quedé perplejo hasta que mi padre me llevó a aquella gran mesa de metal en la que se armaban las ramas (dos páginas de periódico por cada una) y pidió que pasaran por tinta las letras de mi metal.

-Aprieta- me dijo mientras yo presionaba la pieza contra el papel y descubría, aliviado, que volvía a ser Javier Zuloaga.

Creo que actuó como una suerte de veneno, para el que no he conseguido antídoto en los últimos cincuenta años de mi vida. Escribir, escribir, el oficio de escribir…desde mis primeras redacciones hasta la “La isla de los rebeldes” que hoy llega a sus manos.

Escribir noticias de agencia, crónicas y reportajes de periódico, editoriales, guiones de televisión, notas de prensa…. pero siempre con la mirada puesta en el horizonte de la narrativa, de la novela, de un libro que contara una historia mía, salida de mi propia imaginación y que me sobreviviera en alguna estantería.

Lo conseguí una vez, hace ya cuatro años, pero tenía que saber si se trataba de algo pasajero o si, por el contrario, aquel veneno de Valladolid en 1957 había calado aún más en mi. Y ahora sé que es seguro que no hay antídoto.
Y me alegro inmensamente como lo habría hecho mi padre si aún me pudiera ver.

En “La isla de los rebeldes”, imagino las inquietudes de mis dos personajes principales, un profesor de Humanidades jubilado en contra de sus deseos y un periodista inconformista de vieja escuela que un día decidieron acabar con la careta de las falsas apariencias que les rodeaban.

Todo ocurre en una isla, no muy lejos de las costas de las colonias españolas a las que Simón Bolívar llevó a la independencia de la corona de España.

Como ocurrió en mi primera novela, me he dejado llevar por ese concepto tan inmenso de la independencia personal. La capacidad para decidir, la rebeldía frente a los comportamientos sobrentendidos, aparecen en Lucas Pérez y Julián Rasilla.

La manipulación de los sentimientos colectivos, los caudillismos populistas, las grandes farsas. “¿Son las cosas como las vemos?, ¿sabemos mirar qué es lo que hay detrás de lo que cada día nos ponen delante de nuestros ojos?”, me he preguntado al acabar el último capítulo de una historia, en la que no he eludido la caricatura para marcar aún más las contradicciones de los personajes que pasan por las páginas de la obra que ahora presento.

Quedan ahí, para el lector, el histrión y el muñidor, la ira y el carácter cachazudo, un poco de todo, como en la vida misma. Espero que disfruten

Javier Zuloaga

Nota del editor

La Isla de los rebeldes es la segunda novela del periodista y escritor Javier Zuloaga. Nacido en Bilbao en 1952, pertenece a una familia de larga tradición periodística e intensa actividad en el mundo de la comunicación.

En 2005, debutó en novela con El hombre que pudo ser libre, publicada también dentro de la colección Modernos y Clásicos de El Aleph Editores.

En La isla de los rebeldes, Zuloaga nos sumerge en la vida de San Gregorio, una isla imaginaria situada en un lugar inconcreto del Caribe, rica en petróleo, un nuevo topos literario nuevo que habrá que añadir al archipiélago de lugares ilustres de la literatura.

Entramos en la novela de la mano del periodista Julián Rasilla i de Don Lucas, un personaje singular, viejo profesor por cuya aula han pasado a lo largo de los años los alumnos más distinguidos de la isla, hoy miembros de la élite del país. El narrador nos presenta a Don Lucas en la fiesta de homenaje de su jubilación, y allí, ante un auditorio cautivo, repleto de exalumnos, sorprende a propios y extraños con un discurso subversivo.

Don Lucas ha llegado a aquel punto de sabiduría que le lleva a comprender que todos sus esfuerzos para educar a sus compatriotas no ha dado ningún resultado digno ni palpable, y asume con todas las consecuencias que ya no tiene nada que perder y que puede cantar la verdad, decir sin miedo lo que piensa sobre el establishment de su país.

Javier Zuloaga no cae en la tentación de la política ficción, que suele reducir los personajes a caricaturas al servicio de un esquematismo psicológico o a una farsa argumental.

La isla de los rebeldes es una novela que tiene alma, una novela de personajes masculinos que se resisten a caer en la marginalidad o a ser barridos por el sistema; hombres mayores –pero también maduros-, que luchan con camaradería por defender sus ideales pero también su nostalgia, mientras van consumando (es cierto) el aprendizaje de la decepción.

Pero no crean que La isla de los rebeldes sea una simple sátira de la miseria política. Zuloaga nos seduce con la épica del desencanto, muestra hasta donde nos lleva la tentación del fracaso, pero su mundo no es oscuro, sino un mundo lleno de luz, un mundo rebosante de claridad, la luz tropical, radiante y calurosa.

Zuloaga nos habla de la amistad y la camaradería, valores que siempre estarán por encima del resentimiento.

Es un motivo de satisfacción para los que trabajamos en El Aleph publicar La isla de los rebeldes, una novela que aúna con gran equilibrio anécdota y reflexión, diálogo y descripción, y que por encima de todo rebosa humor y alegría. El antídoto a nuestra gravedad que casi siempre es nuestra salvación.

Bernat Puigtobella Barcelona, junio de 2009