miércoles, 19 de marzo de 2008

LA CURIOSIDAD Y LOS CONFLICTOS

Nos lo decían nuestras abuelas, que nunca es tarde para aprender. Me refiero, con este recuerdo, al descubrimiento de cosas nuevas, a alimentar la curiosidad personal a través de lectura o el estudio de asuntos desconocidos que están esperando en las estanterías de las bibliotecas o en los lugares de Internet en los que se acumulan incontables historias, brillantes ensayos o lecciones magistrales de profesores.

Hace un año di unas charlas a bisoños estudiantes de periodismo y les hablaba de la importancia de abrirse a todas las materias del conocimiento que estén al alcance de la formación básica de cada uno y les insistía machaconamente en la importancia de ejercer la curiosidad. Todos los grandes hombres de la ciencia, los historiadores, los buenos políticos, los grandes viajeros y por supuesto los buenos periodistas han sido siempre curiosos. Y si no lo han sido, pues carecían de esa condición profesional o aventurera que tuvieron Marco Polo, Colón, Menéndez Pidal, Kennedy o Woodward y Bernstein, los reporteros que tumbaron al presidente Nixon, por hablar solo de unos pocos casos ejemplares.

Me miraban perplejos, posiblemente porque en su programa académico no figuraba ninguna asignatura con ese nombre, Curiosidad y si abundantes y aburridas materias sobre el camino que recorre de forma intangible el mensaje periodístico desde el emisor hasta quien lo recibe, lo que yo me he atrevido a llamar metafísica periodística. En los planes de estudio no se incluye la lectura diaria de periódicos y dudo que muchos de los profesores que acuden a las facultades de periodismo hayan comprobado en los diarios qué ocurre por el mundo, antes de empezar sus clases.

La curiosidad –discúlpenme la audacia- es una parte muy importante de la conciencia humana. ¿Se puede ser un buen padre sin sentir curiosa preocupación por saber lo que hacen los hijos?; ¿Es un buen ejecutivo aquel que no toma el pulso a las inquietudes de sus empleados?; ¿Qué no conoce de que pie cojea su organización?; ¿No hay desamor cuando, en una pareja, una de las partes, o las dos, dejan de sentir curiosidad por lo que piensa o siente la otra sobre las cosas más corrientes o las más trascendentales?.

Si me apuran y tuviéramos que elegir sólo entre extremos, creo que es mejor ser cotilla que pasota, porque al fin y al cabo los primeros meten sus narices en algún sitio, aunque nadie les haya llamado a hacerlo, mientras que los segundos son las amebas de nuestra sociedad, los del yo paso, tronco o a mi eso me la suda, no pasan de ser parte de inventario o del paisaje, como el mobiliario urbano al que muchas veces agraden con sus sprays porque las farolas y los bancos de la calle no se pueden defender.

Lo dicho, hay que ser curioso, porque si no es así será como si nos estuviéramos alejando cada vez más de la vida real.

Y si no que se lo digan a Nicolás Sarkozy, aún con resaca por la derrota en las municipales francesas, debido, según sentir general de los especialistas en cuestiones galas, a su errático e impopular protagonismo personal, que ha decidido bajar del pedestal de la grandeur al Presidente de Francia para llevarlo a las revistas de las salas de espera de las peluquerías y los dentistas.

http://www.abc.es/20080318/internacional-europa/sarkozy-ficha-ciberespia_200803182246.html


Sarkozy, buscando culpables, ha decidido contratar a un experto para que busque en Internet todo aquello que se refiera a él, especialmente si tiene tintes críticos. Dice la crónica de ABC que el detonante, la raiz de la incursión presidencial en la Red, está en la difusión que Youtube hizo de aquel “pobre idiota” que el Presidente dedicó a un ciudadano que no quiso corresponder a su saludo.

Y como la curiosidad también abunda en Francia, la iniciativa presidencial está dando de comer a los amigos de la información con cierto picante, la que sin duda gusta más a los lectores hartos de escuchar cada mañana y cada noche las mismas noticias en todos los medios. “Le Figaro”, nada sospechoso por su orientación derechista, no puede ser más irónico al afirmar que Nicolás Sarkozy puede acabar en millones de blogs y que su iniciativa, más que ser bálsamo de su impopularidad, puede convertirle en estrella de la Red.

Lo ocurrido me permite traer a este espacio algunos comentarios que me he hecho tras “descubrir” que existían materias de estudio que desconocía. Estudiante tardío o reciclado, el hecho es que tengo entre mis manos el libro “Conflictología” de Eduard Vinyamata, del que soy alumno en el master Sociedad de la Información y el Conocimiento de la UOC (Universitat Oberta de Catalunya). Son poco más 200 páginas que les recomiendo y que pueden encontrar en las librerías. Editorial Ariel.

Vinyamata señala que las sociedades dedican tanto tiempo a producir y crear riqueza como a encontrar respuestas a los conflictos, aunque éstas no sean siempre las más adecuadas e incluso, contraproducentes. Resolver un conflicto –dice- es encontrar soluciones a las causas que lo motivaron, no la represión, el camuflaje o el retraso en su aparición.

Y se lamenta el autor sobre la paradoja de que la política se haya convertido en un lugar de discordia y no de concordia, que los ejércitos no evitan las guerras sino que las provocan, que la justicia puede acabar imponiendo la injusticia social “El conflicto en su sentido más amplio –dice-es aquel que engloba guerras, disputas, y crisis” y considera una “falacia y un engaño” la aplicación tanto de que el fin justifica los medios, como la de que éstos justifican los fines.

Es brillante todo lo que dice en torno a la violencia. No siempre se ejerce violencia a través de la fuerza. La denegación de auxilio a un accidentado; el protagonismo, discreto pero efectivo, de la mujer -¡Ay Sarkozy!- en la historia de las guerras;la mentira, el engaño, la falacia y la tergiversación, que pueden llegar a destruir a una persona tanto física como psicológicamente; los enfrentamientos familiares o entre compañeros de trabajo; el estrés continuado como generador de violencia final…etc.

“Las pequeñas pero crueles guerras cotidianas entre familiares, compañeros de trabajo o de ideología…..no son tan diferentes de las guerras nacionales”, sentencia Vinyamata que evoca a Darwin cuando en "El origen de las especies" justificó la violencia como parte de la lucha para la supervivencia.

El miedo, en un sentido amplio, es un protagonista de primera línea para el autor. Miedo a los otros en la lucha para sobrevivir, a no cubrir las necesidades, a perder lo que tenemos, tanto física como emocionalmente. “El miedo a perder el poder –dice- contribuye a desarrollar una agresividad sin límites. Veamos, si no, los comportamientos tremendamente violentos que se ejercen desde las cimas del poder. Las guerras las hacen los estados poderosos, no los débiles”

El estrés está en el centro del problema de los conflictos personales, por las formas de vida que la sociedad ha impuesto, por los valores que rigen los comportamientos, por la exigencia profesional y por las dificultades para adaptarse al cambio permanente, entre otras razones. El estrés, si no se controla –dice Vinyamata- lleva a la destrucción. Tanto es así que tres premios Nóbel, Guillemin, Krebs y Pauling, fueron premiados por sus esfuerzos en el estudio de este gran problema..

El profesor catalán define la verdad como la suma de todas las percepciones que intervienen en un determinado momento y adjudica, al miedo a ser dominados por otros, buena parte de las controversias y conflictos y disiente acerca de ese sobrentendido de que en todo conflicto siempre hay alguien que tiene que perder. “Los problemas pueden resolverse mejor compartiendo que repartiendo”.

Los conflictos, dice, duermen en la naturaleza de las personas. A nivel individual cuando nos enfrentamos al infortunio o la enfermedad; en pareja en los largos periodos de sufrimiento durante procesos de divorcio, que al autor apunta que se deben, entre otras razones, a conflictos pasados que han sido mal resueltos y que transforman los lazos afectivos en odio.

Resolución de conflictos, nos cuenta Vinyamata, es ya una asignatura en las escuelas norteamericanas y su razonamiento en la misma vida escolar, facilita la comprensión de los conflictos con que estos estudiantes se encontrarán al integrarse en la sociedad adulta. “Aprender como la tolerancia no es un concepto teórico, sino que se basa en la apreciación de la diferencia como algo positivo y enriquecedor”.

Decía Einstein que un problema sin solución es un problema mal planteado. Aplica el autor este axioma proponiendo un cambio en el ángulo de percepción y “consultar con la almohada” , sin duda uno de los mejores ejemplos de la lengua castellana para ilustrar y animar a recapacitar a quienes dudan sobre algo. “Después de unas horas de sueño reparador –dice Vinyamata- los problemas continuarán exactamente donde los hemos dejado, sin embargo nuestra manera de observarlos, de comprenderlos y de imaginar soluciones puede ser totalmente distinta y decididamente positiva e imaginativa.”. Lástima que no se edite esta obra en francés. Yo se la enviaría a Sarkozy.

Buenas vacaciones

Javier Zuloaga