domingo, 24 de noviembre de 2013

JAVIER ZULOAGA RECREA UNA HISTORIA FEMENINA DE AMBICION SOCIAL




Barcelona, 24 nov (EFE).- El escritor y periodista Javier Zuloaga traza en "El caso Ruglons" la historia de una mujer llegada a Barcelona desde un pueblo castellano y su ambición por ser aceptada entre una alta burguesía que acabará dándole la espalda cuando un turbio asunto de dinero vuelve a cruzarse en su camino.
La cuarta novela de Zuloaga (Bilbao, 1952) plantea un retrato de personajes como Tita Ruglons -en sus orígenes Maruja Sanz- en busca de un ascenso social en el que pondrá todo su empeño, incluido el matrimonio con un joven barcelonés de buena familia.

"El caso Ruglons" (El Aleph) es una trama de asuntos de dinero, ambiciones y venganzas en una Barcelona que aúna los apartamentos de lujo del Turó Park con las barracas del ya desaparecido barrio de La Perona ya que, según dice su autor en una entrevista con Efe "los escenarios reales le dan más fuerza a los argumentos".

Zuloaga, que anteriormente a esta novela había publicado "El Hombre que pudo ser libre", "La isla de los Rebeldes" y la citada "Librería Libertad", considera que "en mis cuatro novelas,los personajes han tirado del argumento y creo que esto ocurre muy a menudo en la narrativa"

"A veces he pensado que el Pijoaparte nació, en la imaginación de Juan Marsé, antes que la historia de Últimas tardes con Teresa, o que Onofre Bouvila hizo otro tanto en la Ciudad de los Prodigios de Eduardo de Mendoza", afirma el autor.

Zuloaga tiene una dilatada trayectoria en el mundo del periodismo y la comunicación, como la dirección de La Voz de Castilla de Burgos, de la Unidad de San Sebastián y el Día de Baleares. Además ha sido delegado de la agencia Efe en Portugal, Argentina y Marruecos, redactor-jefe en La Vanguardia y director de comunicación de La Caixa, entre otras responsabilidades.

En "El caso Ruglons" emplea su experiencia de periodista para ofrecer la intrahistoria de un imaginario caso de corrupción financiera para adentrarse, a través de sus protagonistas, en el material del que estamos hechos los seres humanos: virtudes, defectos, pasiones y, sobre todo, la ambición.

Hay dos personajes esenciales en la novela: Tita Ruglons/Maruja Sanz y el juez Heredia/el gitano de La Perona, cuyas existencias se cruzan tras reabrirse el caso de un prohombre de la burguesía catalana, el marido de la protagonista, que falleció en extrañas circunstancias y cuyo rastro reaparece como una venganza del pasado.

En la novela, los advenedizos sociales como Tita/Maruja tienen la osadía de romper las reglas y la inconsciencia de creer que nunca las han roto porque éstas no existen al no estar escritas.

Pero una vez que, debido al celo obsesivo de un funcionario de los juzgados, caen en manos del juez Heredia nuevos datos sobre un caso cerrado en falso años atrás, la viuda de Ruglons comprobará, con toda crudeza, la implacable maquinaria que se genera contra ella, generando "auténticos jolgorios de crueldad".

Javier Zuloaga pone rumbo a esta novela desde el mismo punto de partida con el que cualquier periodista afronta una historia: desde la curiosidad. La curiosidad de lo que está en las bambalinas.

Y en ese rincón, el autor nos ayuda a recomponer un puzzle de la mano de un celoso funcionario, de un policía retirado que ya aparecía en su anterior novela de su sucesor en el Cuerpo policial y de otros personajes sacados de los tonos grises de la vida pública.

Y por encima de todos se alzan Ruglons y el juez Heredia, o la Maruja y el gitano. La señora Ruglons irrumpe en la novela con un portaminas cartier en la mano y le perdemos la pista regresando al pueblo con vaqueros y un corte de pelo espartano.
Por su parte, el juez Heredia se ve asaltado por la noche por el espíritu del Gitano de la Perona y se enfunda en un traje y un casco negro de motorista para perderse por la ciudad. Es un juez que acaba juzgando a un mundo del que podría haber formado parte si no le hubiera adoptado una dama de la alta burguesía a la que quiso robar.

Tita Ruglons cree pisar fuerte y con garbo en la alfombra roja de los elegidos, pero su fulgor se desvanece cuando el caso que lleva el apellido de su marido se reabre y queda en evidencia que, para quienes ostentan el derecho de cuna, ella tan sólo es la Maruja, casi una Maruja... aunque en el fondo ella sólo quería ser Margarita Gautier, una Dama de las Camelias con vistas desde el Turó Park.

"Soy periodista y ahora escritor porque el ámbito familiar en el que nací me abocaba a serlo, igual que mis otros dos hermanos. Recuerdo que mi padre, que dirigía un diario vespertino de Madrid, llegó a comer a casa y nos dijo con gran entusiasmo que el presidente Eisenhower había sido recibido en Madrid por Franco y que aquello iba a hacer cambiar las cosas en España", recuerda el autor.

"Mi hermano mayor y yo, que no llegábamos a los 10 años, bajamos a jugar a la pelota con los amigos y les dijimos que si estaban enterados de lo de Eisenhower. Nos miraron como si fuéramos marcianos", asegura Zuloaga, que defiende el oficio de escribir como "el hermano mayor de todos los géneros literarios y periodísticos". EFE
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sábado, 23 de noviembre de 2013

ZULOAGA PRESENTA UNA TRAMA FINANCIERA EN SU CUARTA NOVELA

Barcelona, 22 nov (EFE).- El escritor y periodista Javier Zuloaga ha presentado hoy su cuarta novela "El caso Ruglons", en el que narra la trayectoria vital de una mujer que desde un humilde pueblo castellano llega a formar parte de la alta burguesía catalana pero en cuyo camino se cruza un turbio escándalo financiero.
La nueva nvela de Zuloaga (Bilbao, 1952) plantea el auge y caída de Maruja Sanz, que al casarse con un joven barcelonés de buena familia se convierte en Tita Ruglons, así como la encrucijada vital de un juez de origen gitano, Xavier Heredia, en cuyas manos cae una información comprometedora sobre esta mujer.
"El caso Ruglons" es una trama de asuntos turbios de dinero, ambiciones y venganzas en una Barcelona que aúna los apartamentos de lujo del Turó Park con las barracas del ya desaparecido barrio de La Perona.
Anteriormente a esta novela que edita El Aleph, Zuloaga ha publicado "El Hombre que pudo ser libre", "La isla de los Rebeldes" y "Librería Libertad",
Zuloaga acumula una dilatada trayectoria en el mundo del periodismo y la comunicación, como la dirección de La Voz de Castilla de Burgos, de la Unidad de San Sebastián y el Día de Baleares. Además ha sido delegado de la agencia Efe en Portugal, Argentina y Marruecos, redactor-jefe en La Vanguardia y director de comunicación de La Caixa y de la Fundación La Caixa.
La nueva novela de Javier Zuloaga ha sido presentada esta noche en la librería en la Casa del Llibre de Barcelona por el Delegado de la Agencia Efe en Cataluña, Leandro Lamor, quien ha destacado el perfil periodístico del autor y su capacidad para buscar una historia personal más allá de los datos y hechos de una noticia.

miércoles, 13 de noviembre de 2013

JOSEP CUNI ENTREVISTA A ZULOAGA EN 8TV


Javier Zuloaga ens presenta la seva quarta novel·la, ‘El caso Ruglons’


El caso Ruglons es fixa en 2 personatges de diferent classe social. Una noia rural castellana, laMaruja, amb una ambició imparable, i un nen gitano que als 6 anys robava bosses de mà i  la vida del qual fa un gir. Ella renuncia als seus orígens, ell no.
Javier Zuloaga va néixer a Bilbao el 1952. És escriptor i periodista. Ha desenvolupat una intensa activitat en l’àmbit de la informació, la comunicació empresarial i la novel·la.
EMITIDO EN 8TV "8 AL DIA", EL MARTES 12 DE NOVIEMBRE DE 2013

http://www.8tv.cat/8aldia/videos/javier-zuloaga-ens-presenta-la-seva-quarta-novel%C2%B7la-el-caso-ruglons/

lunes, 21 de octubre de 2013

CUANDO NACE UN LIBRO





Casi todas las personas alcanzan, a poca suerte que tengan, algún momento mágico en su vida. Y por mágico me refiero a las situaciones que exceden a lo que podríamos llamar felicidad cotidiana, la más estándar, pero no por ello menos importante . Es decir, no me refiero al enamoramiento fulminante, a la grandeza de la paternidad o a la despedida o el reencuentro con un amigo de toda la vida. Éstas son situaciones a las que, por fortuna, casi todos los humanos tienen la oportunidad de asomarse alguna vez.

La magia a la que me refiero es aquella que te transporta a un escenario que durante un tiempo, generalmente largo, te ha parecido inalcanzable y que a medida se aproxima encoje el corazón de tus emociones más personales. Sí, ya sé que suena un tanto cursi, pero es lo me ha pasado a mí cuando he ido viendo que mis historias narradas tomaban forma de libro bien encuadernado.

Estos días llega a las librerías “El caso Ruglons”, mi cuarta novela, que de nuevo edita El Aleph. Es narrativa, ficción verosímil porque cuenta cosas que pudieran ocurrir y que lleva en sus páginas una buena dosis de intencionalidad, que no quiere decir, ni mucho menos, mala intención.

De la misma manera que en mi primera novela, “El hombre que pudo ser libre”, retrataba la la sociedad altoburguesa y aristocrática de Bilbao, la ciudad en que nací; que en “La isla de los rebeldes” viajaba hasta un lugar inexistente en el Caribe para novelar sobre el extraño maridaje que creo existe  entre el populismo y los hilos que mueven el dinero que no se ve; o que en “Librería Libertad” me recreaba en una Barcelona que en 2002 fue capital de Europa durante unos pocos días; en “El caso Ruglons” he echado a caminar a dos personajes de diferente clase y pelaje: una rural castellana con ambición imparable y un gitanillo de seis años que daba tirones a los bolsos de las señoras y que un día vio como le cambiaba la vida cuando la Guardia Urbana le pilló con las manos en la masa.

Hasta donde alcanza mi memoria, la escritura ha ocupado casi todo el espacio que me ha rodeado. Mi madre decía en algunas ocasiones que mi padre nos tenía a todos envueltos en papel de periódico y que el tiempo restante nos inculcaba, a veces agotadora e insolentemente, que si no leíamos buena literatura no seríamos nada en la vida. Cuando lo recuerdo, se me ocurre que si mi padre hubiera sido torero o promotor inmobiliario, los hermanos Zuloaga, mis dos hermanos y yo, habríamos acabado levantando pasiones en los cosos taurinos y en la prensa del corazón, o tal vez forrados de euros facilones antes del estallido de la burbuja inmobiliaria  y seguramente en quiebra desde 2008.

Sin pretender ponerme a rebufo de Luigi Pirandello en Seis personajes en busca de autor he de reconocer que mis dos últimas novelas comenzaron por el dibujo del perfil de sus protagonistas. Y las dos últimas ocurren en Barcelona, en donde vivo desde hace ya casi 25 años.

En Librería Libertad nacieron Laia, altoburguesa revolucionaria empadronada en Pedralbes, Didac, un cura que lo fue porque estaba escrito y que colgó el hábito para descubrir cómo era  la vida, Ryan camello surrealista que ni siquiera él mismo sabía qué cosas, de las que contaba, eran ciertas y cuáles no y Armengol, un esperpéntico gafe hijo de derechona extremeña y anarquista del Hospitalet.

En El caso Ruglons he hecho otro tanto al colocar al frente del reparto a dos personajes que no siguieron la lógica de su biografía y que, seguramente por ello,  sufren debates internos bastante duros.

El escenario es la vida misma, plena de realidades, algunas bastante crueles, que cada mañana nos sorprenden al conectar la tableta, encender la radio o echarle un vistazo a las portadas de los diarios. Los pelotazos, las burlas al fisco, las evasiones de capitales, la doble moral de los ciudadanos ejemplares, las falsas apariencias…y muchas cosas más, se dan en Barcelona como en cualquier otro lugar.

Como digo en la introducción de la novela, todo lo que ocurrió imaginariamente  en el Club de Polo de Barcelona, pudo haber tenido lugar en el Puerta de Hierro de Madrid o en la Sociedad Bilbaina de la ciudad del Nervión.

Nada más. Hoy, discúlpenme, he tenido que hablarles de mí.

Javier ZULOAGA

martes, 17 de septiembre de 2013

ADRENALINA Y LIBROS

Durante este verano he leído bastante. Tenía más tiempo y sosiego suficiente y creo, por ello, que el resultado ha sido algo distinto al de otros años, diferente también en las formas. He saltado de la lectura a la reflexión cuando el pasaje que tenía entre manos me sacaba insolentemente de la ficción y me trasladaba al momento presente. Ocurría una y otra vez, con facilidad casi pasmosa, porque buena parte de las historias que leía me sonaban . Al volver a Barcelona he adjudicado este fenómeno a la terrible inquietud del momento que vivimos, una suerte de estado de alerta que ya se reflejaba en mi anterior blog , “¡Qué calor!”

“Es verdad que la adrenalina es adictiva. En Oregón había algunos chicos fatalistas muy cómodos en su desgracia. La felicidad es jabonosa, se escurre entre los dedos, pero a los problemas uno puede aferrarse, tienen asidero, son ásperos, duros. En la academia, yo tenía mi propio novelón ruso: yo era mala, pura y dañina, defraudaba y hería a quienes más me querían, mi vida ya estaba jodida”

Son unas líneas de “El cuaderno de Maya”, de Isabel Allende, una de las novelas que fue a caer en mis manos. Es la historia de Maya, una joven americana de origen chileno, rebelde a más no poder, a la que su errático y peligroso comportamiento adolescente llevó al exilio familiar en Chiloe, una isla en los confines del Pacífico chileno, en donde descubrió que había otra manera de vivir la vida, con menos adrenalina, ninguna agresividad y sin derribar los muros de las normas.

 “Esto no es de novela Zuloaga –me dije en la playa al detener la lectura- esto es como la vida misma, abre un diario, entra en una red social, sal a la calle y mira con que facilidad se crispa el personal”. Subrayé el párrafo y me lo guarde hasta hoy.  

“Brooklyn Follies” de Paul Auster, me despertó de la modorra cómoda y me revolvió los principios de mi sentido común. Habían pasado un par de semanas de mi despedida de la criatura de Isabel Allende.

En esta novela, publicada en 2006, Nathan Glass, abandonado por su mujer y canceroso desahuciado, decide volver a su Brooklyn natal, en donde se encuentra con  su sobrino Tom, doctor en filología inglesa, que había acabado al volante de un taxi porque no encontraba donde echar a andar  profesionalmente.

Finalmente se le presentó una buena oportunidad en una librería de Nueva York. Tom repasó entonces su experiencia  y descubrió que subiendo y bajando el taxímetro había dejado de sentir lástima de si mismo y de expiar su propia estupidez, ya que si era capaz de sobrevivir a su propia experiencia sin descorazonarse demasiado, entonces quizá habría esperanza para él.

“También hay buenos momentos (en el taxi) – le dijo Tom a Harry, el Librero que le ofreció el trabajo- indelebles momentos de gracia, éxtasis minúsculos, milagros inesperados. Pasar tranquilamente por Times Square a las tres y media de la madrugada, sin nada de tráfico y encontrarte de pronto solo en el centro del mundo, con esa nube de luces de neón cayéndote encima. Hacer que el velocímetro pase de ciento veinte por el Belt Parkway justo antes de amanecer y sentir como te inunda el olor del océano por la ventanilla abierta. O cruzar el puente de Brooklyn en el preciso instante en el que la luna llena aparece en medio del arco y eso es lo único que se ve…ningún libro puede reproducir esas cosas. Estoy hablando de la verdadera trascendencia.”

Naturalmente pensé que la realidad es mucho más dura y que no serán muchos los doctores en filología inglesa que hayan acabado mitificando su paso por oficios muy distintos para los que se prepararon, aunque también, al mirar la que nos está cayendo me dije que puede que sí, que hay quienes guillotinan sus méritos al presentar un curriculum , no vaya a ser que le descarten para un puesto de trabajo de menor nivel del que tuvo hasta hace poco.

No hay que viajar a Brooklyn ni desplazarse hasta donde comienza la Antártida en el Cono Sur. Aquí mismo tenemos argumentos para saciar a la narrativa más exigente.

Javier ZULOAGA

jueves, 1 de agosto de 2013

LAS NOVELAS DE ZULOAGA, EN PAPEL Y DIGITAL


MADRID, 30 Jul. (EUROPA PRESS) -

   El escritor vasco Javier Zuloaga ha integrado en formato digital las tres novelas que hasta ahora ha publicado, y apostará por lanzar simultáneamente en papel y eBook su cuarta obra, 'El caso Ruglons', que se espera para el próximo mes de octubre.

   De esta manera, los lectores pueden adquirir en las principales tiendas digitales 'Librería Libertad', aparecida en formato papel hace dos años. 'El hombre que pudo ser libre' y 'La isla de los rebeldes', sus dos primeras novelas, ya están también a la venta digital desde hace un año.

   Javier Zuloaga (Bilbao, 1952) es escritor y periodista. Ha desarrollado una intensa actividad en el ámbito de la información, la comunicación empresarial, la colaboración periodística y la novela. Director de tres diarios regionales --La Voz de Castilla de Burgos, Unidad de San Sebastián y El Día de Baleares--, fue delegado de EFE en Portugal, Argentina y Marruecos.

   También ha sido redactor Jefe de La Vanguardia, además de colaborar en medios escritos y audiovisuales. Entre 1989  y 2011 trabajó como director en las Áreas de Comunicación de La Caixa, de su fundación y en la comunicación interna del grupo.



lunes, 22 de julio de 2013

¡QUÉ CALOR!

Anoche tuve un sueño, pero no pegué ojo. No es una contradicción, porque fue así, me explico.

Yo era un enano de gran altura, Les miraba desde muy abajo pero lo hacía todavía con un poco de dignidad. Tanto era así, que había momentos en que me sentía tan gigante como ellos.

El enano, yo, se colaba con sus diminutas zancadas entre los bosques de piernas implacables de la gran jungla ciudadana. Allí arriba, en las cabezas de todos ellos, debía estar la explicación a que mi brújula anduviera loca. La verdad del suelo, la del sentido común, la de la vida real, nunca sobresale por si misma. Únicamente ocurre así cuando desde arriba se la toma de las orejas para, debidamente pasada por la cosmética del marketing de las cosas públicas, se la pone en escena como si hubiera estado allí desde siempre. Pero no, nunca lo toman todo, sino la parte que más conviene.

Enano, “El ciudadano”,  estaba –en mi sueño- perdiendo la memoria, ya no se acordaba de los principios ni de los valores, de aquella línea que separaba lo correcto de lo incorrecto y…esto ya era peor, no conseguía adivinar cómo serían las cosas el día siguiente.

Se sentía solo pero sabía que él no era el único, porque allí arriba, en las cabezas de aquellos prohombres de mayor altura y cultura que la suya, se estaba volviendo a separar lo conveniente de lo inconveniente, se estaban reinventando las reglas, aquellas que él y los otros enanos deberían cumplir con convicción aunque no las entendieran.

-¿No ha fallado el sistema?- preguntó en mi sueño un liliputiense imprudente y lenguaraz que se escondía bajo un banco callejero para que no le pisaran las enormes botas de los prohombres.

Iba a responderle, pero sentí acercarse la sombra de un zapato, que del tacón a la puntera me doblaba en altura, comenzaba a aplastarme…y no pude ver nada más porque todo era un sueño que parecía real.

Que duermen ustedes bien este verano.

¡Hasta septiembre!

Javier ZULOAGA


viernes, 17 de mayo de 2013

¿DE QUIÉN SON LOS PARTIDOS?



La crisis económica y social - y la corrupción- están arrastrando, a una buena parte de los ciudadanos españoles, al derrotismo frente al futuro y a la incredulidad en los partidos. Le pese a quien le pese, lo cierto es que no existe mejor vía para la convivencia que la de esas fuerzas políticas que ahora algunos oportunistas –y a veces autoritarios- quieren sustituir con movimientos asamblearios, algunos de ellos de dudoso origen e intenciones poco claras. No se construye la prosperidad ni se mantienen las libertades desde el dictado de las turbas. Está escrito en la historia del mundo.

Pero, ¿de quién son los partidos?

Si hiciéramos una encuesta preguntando de forma simple a los ciudadanos, ¿sabe usted quiénes son los propietarios de los partidos?, muy posiblemente la respuesta mayoritaria sería la que se puede deducir de una lógica superficial, casi refleja: “Los partidos son de ellos mismos, de sus militantes”.

Tal vez la erradicación de esta premisa debería ser lo primero a abordar antes de legislar sobre lo que ahora existe . ” Los partidos políticos son, una vez se han constituido, patrimonio de la sociedad”. Así de simple y así de complejo, ya que su puesta en práctica implicaría echarle un auténtico pulso al tradicional sentido patrimonial que los españoles tenemos de las cosas más intangibles, comenzando por esa tendencia a creer y defender como propia una determinada manera de pensar y acabar encasillando a los ciudadanos en bandos. Y si son inconciliables, aún mejor.

Y un partido, si bien es un intangible por cuanto proviene de la unión de ideales y principios de unos ciudadanos bajo unas siglas, resulta, además, una vía para llegar al poder, para administrar las cosas públicas y  hacerlo correctamente, con pulcritud,  o de forma deplorable, metiendo mano en el cajón a través de los manejos turbios en el gasto proveniente de los dineros recaudados.

Hay quien puede pensar que se ha de partir de lo actual….arranquemos del Tribunal de Cuentas, pero mejorando su eficacia. Pero no, y creo que no vale, ya que la propia composición de este organismo, en la que intervienen los mismos partidos, no le invalida ni desacredita,  pero sí que pone en cuestión su “excelencia”, que es, al fin y al cabo, lo que buscamos.

El organismo o sistema que garantice el correcto funcionamiento de los partidos, no debería sostenerse con el método con el que se constituyen  otras instancias de gran importancia, CGPJ, TC… en las que finalmente son los representantes del pueblo en las Cortes los que conforman mayorías de un signo u otro. En el caso de los partidos, se ha de ser más estricto, ya que no se trata de formar mayorías que se inclinen hacia un lado u otro, sino de todo lo contrario y que además provoque que el juego sea más limpio. Y para ello, como ocurre en el saludable mundo del deporte, hace falta árbitros.

Existen otras soluciones mejores, seguro. Pero yo pienso que para que nuestros partidos políticos recobren la confianza pública que han perdido, se debería crear una suerte de Departamento para Asuntos Internos. Imagino a un cuerpo de profesionales, de sólida formación jurídica y capacidad ejecutiva, casi policial, formado por quienes hayan superado unas pruebas de selección de muy alto nivel.

Sí, acierta el lector. Como si fueran inspectores de Hacienda –al fin y al cabo se trata también de combatir el fraude- pero con una diferencia importante. Estos profesionales de la Administración deberían  estar dentro de los partidos. No como contables ni responsables económicos, sino en comisión de servicio.
Al fin y al cabo, un partido político, si lo que decía al comienzo de estas líneas es cierto y resulta que es propiedad de la sociedad, ¿por qué no va a ser aceptable que un profesional de la Administración trabaje puertas adentro?  Si a esa entelequia sumáramos una correcta rehabilitación de la figura de los secretarios municipales y una equivalente en las diputaciones, la mitad del camino ya estaría andado.

Las tentaciones de actuar de forma impropia, por ser de arriesgado final y escándalo aún mayor, serían mucho menores y tendrían difícil camuflaje o letargo en el ámbito de la justicia.

Este planteamiento debería ser debatido en una nueva Ley de Partidos Políticos insisto, a fondo, no con parches aparentes,  en la que habría que anclar otros pilares no menos importantes. Hacerlo, además, al tiempo de sembrar entre los ciudadanos, desde que son pequeños, los conceptos básicos de la ética, de la buena conducta. Sin nombres controvertidos, simplemente “ética” que actualmente no se si forma parte de los programas educativos y sin enfrentarla con asuntos religiosos, para que más tarde  los bachilleres, después universitarios, profesionales de un oficio o cualquier ciudadano, pueda dar un buen golpe en la mesa cuando los comportamientos indecentes trasciendan.

Es muy difícil y por ello un sueño para que los de mi generación, la del 50, lleguemos a verlo.

Javier ZULOAGA

sábado, 11 de mayo de 2013

CUANDO EUROPA ENTRÓ EN ESPAÑA


El profesor Fuentes Quintana, el gran teórico de la política económica de los gobiernos de UCD, dijo en una ocasión que con el Acuerdo Económico Preferencial de España con la CEE, 1970, España entró en Europa, mientras que con el Acta de Adhesión, 1 de enero de 1986, fue Europa la que entró en España. La cosa tiene su miga, más aún con la que está cayendo y se me ocurre que si el político no hubiera muerto y repitiera esa misma frase hoy, generaría una buena polémica.

Alberto Ullastres, tecnócrata del franquismo, de la misma cuerda de aquellos ministros del Opus Dei que durante no pocos años llevaron las riendas económicas del Régimen y que perdieron fuelle a raíz del famoso “Caso Matesa” (los más jóvenes pueden buscar con el Google para situarse en aquel escándalo político y económico), mantuvo encendida la esperanza de que España algún día estaría con quienes fundaron la Comunidad Europea del Carbón y del Acero. Fue nuestro primer embajador en Bruselas.

Para Franco, que ya le costó lo suyo que el Presidente de EE.UU., Ike Einsenhower, viajara a Madrid, dar carpetazo a la autarquía de la Postguerra y conseguir que el plan Marshall no fuera más que una película, Europa era algo imposible y por ello anduvo con Bruselas como lo ha hecho Marruecos durante los reinados de Hassan II y Mohamed VI. Éramos el califato del Sur de los Pirineos y colábamos todo lo que nos dejaban, mercancías y emigración hacia una Europa que abría sus fronteras internas y generaba prosperidad.

Iniciada la Transición y evidenciada su fragilidad con la intentona golpista del 23-F, el gobierno de Felipe González tuvo que negociar, desde la debilidad, aquella adhesión que Fuentes Quintana, como decía líneas arriba, leyó en trayecto inverso. Es decir, que fue Europa la que entraba en España. Le he dado vueltas al asunto y me han venido algunos recuerdos.

Había que entrar y no hacerlo más tarde que Portugal –lo hicimos juntos el 1 de enero de 1986-  gracias a esa decisión política los sueños involucionistas quedaron diluidos en un país que además se integraba en la Otan, pero tuvimos que pagar el desarme, ¿el derribo?, de una estructura económica que hoy, 27 años después, me producen, al menos a mí, cierta nostalgia y algunas dudas sobre la bonanza final de la historia, si es que los más catastrofistas sobre la UE acaban teniendo la razón.

La incorporación de España a la CEE fue dura para el sector primario español por las reticencias francesas e italianas hacia la agricultura española y el aceite. Se impusieron periodos transitorios a aquellos productos en los que resultábamos competitivos y en general en aquellas cuestiones en las que eramos un moscardón, incluida la libre circulación de los trabajadores y la pesca, que obligó a amarrar en más de una ocasión a las flotas de altura.

Es cierto que hubo compensaciones muy importantes, de carácter estructural, que España hubiera tardado mucho en concretar en solitario, pero es discutible y por ello defendible, que nuestra economía se quedó un tanto desnuda al desaparecer no sólo buena parte de su tejido agrario, sino también el industrial de dimensión mediana , algo parecido a lo que ahora llamamos Pequeñas y medianas empresas. Y nuestra artesanía quedó casi atrapada en los museos antropológicos.

Conozco un caso de éxito “emprendedor”, ¡palabra mágica!,  que se sostiene en la rehabilitación de telares de la vieja Cataluña textil, para su exportación a países que progresan en América o en Asia. Nuestras cenizas renacen, de esta manera,  en lugares en donde los trabajadores siguen donde estaban quienes les enseñaron a sobrevivir y no han sido absorbidos laboralmente y con una mínima especialización, por un modelo económico en el  que la materia prima son el ladrillo y el hormigón, que como todo el mundo sabe no son ni exportables ni sirven para alimentarse, sino para todo lo contrario si la burbuja estalla.

He buscado consuelo en las páginas de los diarios y he ido parar a la crónica de Isidre Ambrós en “La Vanguardia” del domingo 14 de abril, "El país del Sol Naciente recupera la sonrisa". Nos cuenta cómo en Japón, tras la llegada del actual Primer Ministro, Shinzo Abe, las cosas pintan mejor tras quince años difíciles por la deflación y los desastres naturales. ¡Lean la crónica, merece la pena!. Nuestros Nini son allí Niños que nunca han conocido el crecimiento económico. Las exportaciones han recuperado su tradición tras la devaluación de un 20% del yen, la bolsa ha subido un 20% y la gente vuelve a hablar, incluso, de subidas de sueldos.

Ese optimismo, cuenta Isridre Ambrós, hace que resulta cada día menos abrumador el endeudamiento del 200% del PIB japonés, el más alto del mundo industrializado y que los ciudadanos confíen en un político cuya popularidad  ha aumentado  más de un 70% por tercer mes consecutivo, pese a los paquetes de medidas que se propone abordar, que serán duros.

¿Vale la comparación?

No. Japón no es Europa.

Javier ZULOAGA 

domingo, 21 de abril de 2013

PREDICAR EN LA METRÓPOLI



Hace tres semanas dedicaba mi último artículo al Continente Viejo, esa Europa que  se deshace en las contradicciones a las que le han llevado sus errores en el intento de ser una sola cosa política y económica sobre el escaso sustento monetario (la  libra esterlina dijo no) y la creación de una estructura administrativa sobre cuya sobredimensión aún no se ha entrado aún a debatir. Que no se asuste el lector, que no redundaré más en el asunto.

Sí, la Vieja Europa lo parece aún más cuando, como ocurrió el pasado viernes 19 de  abril, algunos ciudadanos conectamos el canal 24 horas de TVE para ver y escuchar la entrevista que la periodista Ana Ibañez hizo al presidente de la República de Ecuador , Rafael Correa http://www.rtve.es/m/alacarta/videos/la-noche-en-24-horas/correa-ley-hipotecaria-inmoral/1776307/?media=tve .

Tras La desaparición de Hugo Chávez, paradigma del carisma y seguramente el mejor ejemplo de cómo no hay que gestionar la economía, Rafael Correa ha quedado como referente de un populismo que, en su caso, puede sacar pecho, hoy, por los resultados económicos que ilustran la mejora de economía de Ecuador.

Correa tiene una aleación política diferente a la del redentor venezolano. Tiene formación –es doctor en economía- y sobre todo se diferencia de los caudillos latinoamericanos, en que pasea sus triunfos por Europa . Así, a la brava –se acabó pasarnos el día recibiendo en nuestros aeropuertos y rindiendo honores- para que se sepa y, de paso, para llenar los pulmones de nostalgia a los muchos miles de emigrantes que un día viajaron desde su país hacia Europa, principalmente España.

Y viene a vernos, tras reunirse con Angela Merkel y se sienta delante de las cámaras, a pelo, en el programa  “La noche de 24 horas TVE”, ante una buena, muy joven y seguramente por ello muy agresiva periodista. La oportunidad para ella fue única, pero no sacó de sus casillas al presidente ecuatoriano en el telón de Aquiles del populismo: la intransigencia con los medios de comunicación disidentes con la gran revolución de turno.

Quienes seguimos  la actualidad de lo que pasa en estos países y en buena medida aquí también, sabemos bien que la docilidad es clave, pero lo cierto es que Correa   despachó el asunto invitando galantemente a Ana Ibáñez a ejercer su profesión en Ecuador. Lo hizo de forma seductora y criolla, muy varonil él y marcando con intención sus rasgos  raciales al sonreír.

Estaba en Madrid, en horas de gran audiencia y además despachándose con argumentos que, a mí por lo menos, me hicieron pensar que, mira por donde, los de las colonias vienen a leernos la cartilla a los de la metrópoli. Una devolución de visita, más de quinientos años después de que nosotros, los ingleses y los portugueses, sentáramos las bases del Nuevo Mundo.

-He llamado a Mariano Rajoy y le he dicho que estamos a su disposición- dijo Correa antes de recordar que en la cumbre de las Américas, hace pocos meses, ya nos dijo a los españoles que aprendiéramos de Latinoamérica, en donde son expertos en crisis.

“Te dejan el paraguas cuando hace sol y te lo quitan cuando empieza a llover”, dijo el presidente ecuatoriano” al referirse al orden económico internacional;  puso como ejemplo la gran crisis mejicana de 1982  y se apoyó en la propia salida de Ecuador de la  grave situación en la que se encontraba cuando él llegó al poder, recomprando su deuda al precio que marcaba el mercado. Disparó sus éxitos, que son ciertos -¿qué iba a hacer si no?- y que hacen que a Ecuador se le conozca ya en el mundo económico como El Jaguar.

Un desempleo que llega al 5%, un índice de pobreza que ha descendido del 36% al 27% entre 2007 y 2012 y una abundancia económica, en gran parte derivada de sus yacimientos petrolíferos, pero con un gasto publico respecto al PIB, ¡ahí es nada! que ha subido del 23% al 50% en los últimos cinco años.

Déjenme que pregunte como ahora se estila, ¿Será sostenible? Pues lo cierto es que ha venido a mi cabeza aquella Argentina de Juan Domingo Perón cuando en 1946 llegó al poder en Argentina y se encontró las arcas públicas repletas, tánto, que el país ayudó a dar de comer a una Europa que se recuperaba de la II Guerra Mundial. Lo que pasó después es público y está bien registrado en la historia.

Todo es sostenible…hasta que deja de serlo.
Javier ZULOAGA  

domingo, 31 de marzo de 2013

EL CONTINENTE VIEJO


Estudiábamos en el colegio que la Edad Contemporánea es aquella que comenzó con la Revolución Francesa y ha transcurrido hasta nuestros días. Más de doscientos años plenos de acontecimientos. Dos guerras mundiales, la última con final nuclear; las revoluciones industrial y tecnológica; el nacimiento de una clase media poderosa; la apariciónde nuevas naciones como consecuencia de la emancipación de las colonias; el bochornoso saqueo europeo de África; el final del sueño de Lennin, el laberinto del Mediterráneo árabe y judio… (puede el lector añadir todo aquello que le venga a la cabeza y que toda seguridad está en el tintero) y nos encontramos frente al dilema de qué debería ocurrir para pasar de la Edad Contemporánea y dar paso a la siguiente, cuyo nombre es ahora imposible imaginar.

Me cuesta aceptar que durante los últimos cincuenta años, no se hayan producido acontecimientos o fenómenos de suficiente naturaleza para pasar otra gran página en el libro de las edades de la Historia.

Vivimos en 2013 y tengo el presentimiento de que ya estamos en las vísperas, porque el escenario en el que nació la actual edad histórica hace ya aguas por demasiadas vías y, sobre todo, porque se están deshaciendo como azucarillos aquellos principios de la Vieja Europa –tal vez deberíamos comenzar a hablar de la Europa Vieja- que arrancaron con el estado moderno que los franceses exportaron al mundo que quería ser civilizado.

Los diarios de esta semana ponen sobre papel lo que François Hollande ha dicho en la entrevista que le han hecho el canal France 2. El presidente de Francia, en horas bajas de popularidad según las encuestas, no ha tenido empacho en hablar claro y duro, tal vez porque sabe que poco puede perder y que los ciudadanos –los suyos y en general los europeos peor parados- andan hambrientos de palabras claras.

Dice Hollande que la austeridad, se sobrentiende que apunta con diplomacia a su gran matrona alemana y aliados económicos adyacentes, puede condenar a Europa a la “explosión”. Más populismos, extremismos, neonazismos y sobre todo egoísmos nacionales. Todos ellos mucho más letales que la penuria misma. El Presidente de Francia ha puesto el dedo en la herida pocos días después de que en el Reino Unido se repitieran los anuncios de que en sus hospitales no hay tiritas para todos los europeos y que por sus fronteras puede comenzar un mayor control para los ciudadanos de la UE. O de que Jeroen Disselbloem, holandés que preside el Eurogrupo, nos metiera el miedo en el cuerpo a los europeos al decirnos que lo de lo de incautación de los depósitos chipriotas es sólo un botón de muestra dentro de la UE.

Han sido días en los que algunos hemos empezado a preguntarnos si lo de Italia, en donde un asambleario Grillo quiere mandar, sin gobernar, después  de llamar puteros  a los políticos de los partidos de siempre  y exigirles que dejen de “dar por culo” con su búsqueda de la gobernabilidad, es la toma de La Bastilla que también buscan otros alternativos, que aunque moderen un poco más su forma de predicar, lo que quieren es poder decir que son los representantes únicos de los malparados. El monopolio de la miseria.

No sólo algunos dementes democráticamente elegidos –en la historia más de uno ha llegado a ser muy poderoso- vomitan en lugar de razonar, sino que quienes piensan cómo salir de este atolladero empiezan a hablar claro, aunque no lo hagan del todo. ¿Cuánto tiempo tardará Hollande en apuntar por su nombre a Angela Merkel por querer salvar los dedos de los créditos que su país no puede cobrar en las miserias económicas de quienes precisamente auparon con generosidad a Helmut Khol en 1989, cuando la suma de la economía de las dos Alemanias se venía abajo con la caída del Muro de Berlín?. ¡Ojo a la historia!

Hace pocas semanas, en Barcelona, el Vicepresidente europeo Joaquín Almunia, decía en el Círculo Financiero de “la Caixa” que Europa era la solución, pese a que sus árboles problemáticos no nos dejen ver el bosque. No sé, pero cuando le oí me sentí fugazmente animado, pero miro ahora an mi alrededor y veo cómo el Viejo Continente, además de viejo, no es ya la panacea, ni el epicentro del mundo y que tal vez haya que comenzar a escuchar lo que dicen desde Suráfrica las potencias del BRICS, Brasil, Rusia, India, China y Surafrica. Sí, aquellos países que no contaban para casi nada hace cincuenta años, cuando el Viejo Continente tenía menos achaques.

Javier ZULOAGA

viernes, 15 de marzo de 2013

EL PAPA PORTEÑO Y EL POPULISMO



En este blog, Venezuela siempre ha tenido espacios destacados. Puede ser que tenga algo que ver que una parte de mi familia paterna emigró a aquel país tras la Guerra Cívil –el hermano mayor de mi padre  está enterrado en Caracas- y nuestro apellido suena casi más allí que aquí y coinciden los nombres del que fuera Gobernador de la colonia de Venezuela en el siglo XVIII, Gabriel Zuloaga y Moyúa, con el del editor de Globovisión, que hace pocos días tiró la toalla de la información frente al empuje, mejor llamarla coacción, de la revolución populista creada por el desaparecido Hugo Chávez.

"La Gran tentación", que publiqué el pasado mes de octubre contiene mis opiniones sobre lo que ha pasado en Venezuela desde Chávez entró en escena, incluidas las responsabilidades de quienes le precedieron y dejaron que  todo se corrompiera hasta el punto que el mesianismo pudiera apalancarse en un sistema político al que aún le queda recorrido. No me extenderé más.

Hoy mi reflexión  viene animada por la rápida sucesión, inmediata en el tiempo, de la muerte del líder venezolano y la elección, como Papa, del argentino Jorge Mario Bergoglio. Es el primer pontífice no europeo y hasta su elección estaba al frente de la diócesis de Buenos Aires. Jesuita y por ello compañero de algunos miembros de la Compañía de Jesús que no dudaron en defender un papel de la Iglesia más comprometido socialmente.

Tiene verbo fácil y espontáneo, lo que puede significar que dice lo que piensa. El Papa Francisco viajará en Julio a Brasil para presidir la Jornada Mundial de la Juventud y en el Vaticano dan como probable que se acerque también a Buenos Aires.

Seguro que en las democracias populistas de América andan con la mosca detrás de la oreja porque sus dirigentes saben bien de la buena cosecha que suele reportar la manipulación de los sentimientos, ya sean étnicos como en Bolivia o revolucionarios de corte historicista como en Venezuela. En Argentina también saben, quizás los que más, cómo un pueblo sigue a un líder y de qué manera sus herederos sacan buen provecho de la nostalgia, como si la vida fuera un tango.

¿Hubieran preferido un Papa italiano, alemán o de Quebec? Pues seguramente si, de la misma manera que la elección de Karol Wojtyla, al que tuve la oportunidad de conocer en 1972 cuando era Arzobispo de Cracovia, hizo temblar los fundamentos de Europa del Este.

Con Francisco como pontífice, las multitudes latinoamericanas van a prestar mayor atención a lo que se diga en Roma, en donde un hijo de emigrantes italianos llegados a Buenos Aires hace poco más de un siglo, uno de los suyos, se va a convertir en referente ético de los católicos de América y de sus gobernantes. Es decir, de casi todos, por no decir todos.

La muerte de Chávez, que el aparato bolivariano envolvió en religión para darle una pátina que convertía al presidente en una suerte de santo o apóstol de los pobres, lo tiene ahora un poco más difícil, ya que hasta las viviendas más marginales de Caracas, con televisión seguro, van llegando los gestos de autenticidad social en los que la Iglesia no se había prodigado en los últimos tiempos. Los populistas pueden perder un espacio que habían invadido sutilmente o de forma descarada y la Iglesia recuperarlo.

Y tal vez por ello, lo de embalsamar el cuerpo del difunto y exponerlo junto al Libertador Bolívar como legado letal para las siguientes generaciones, parece que va perdiendo fuerza, aunque seguro que en esta evolución hacia la normalidad, puede haber influido el sentido común de no pocos chavistas, una vez el intelecto empezó a sobreponerse a sus emociones.

No, Chávez no se parece en nada a Gandhi… que además fue incinerado.

Javier ZULOAGA

domingo, 17 de febrero de 2013

CUÉNTAME



“Lo que hay que hacer ahora es ver “Cuéntame”- me decía hace unos días un buen amigo cuando yo llevaba ya un buen rato dándole la vara y rebozándole con mi obsesivo relato acerca de los escándalos y las corrupciones de cada mañana - Es lo más sano y, si además tienes el mando de la Tv en tu poder, cambia de canal cuando lleguen los informativos y pon los 40 Principales o RAC105, porque la buena música es más higiénica que una buena lejía. Y si además puedes y a ella le apetece, pues te das un buen revolcón. Si haces todo eso, serás otro o volverás a descubrir que la vida sigue existiendo. Es lo mejor Javier, de verdad”.

Me dejó perplejo porque estaba desmontando, con palabras sencillas, casi simplezas, el mundo de lo aparente y abrumadoramente trascendental, sin recurrir a mayores razonamientos que el de animarme a estar al día sobre lo que ocurre en San Genaro con las vidas de Antonio, Inés, Toni, Carlos, Herminia, Miguel, Paquita y Françoise y demás personajes

Lo de “Cuéntame”, como hace años lo fue también lo de “Aquí no hay quien viva” refleja la vida real, la de la gente corriente, la que trampea como puede cuando lo del bolsillo no llega, la de los conflictos de la adolescencia, las relaciones de vecindad, la de los apaños para llevarse al huerto a la vecina, la de la vida de las jubiladas, la de los hijos que se van de casa y el desgaste de la salud y el cáncer. Son una parte de las cosas que forman parte de la vida real, la que evoluciona por si misma sin que nadie meta mano para que vaya en una dirección determinada.

En la serie de Imanol Arias y Ana Duato revivimos hace un par de semanas la célebre jornada de El Tejerazo, aquel 23-F de 1981, pero lo hicimos desde la óptica del espectador, no de la de los protagonistas estelares. Eran ellos, los ciudadanos no importantes, quienes nos llevaban y despertaban unos recuerdos que, quienes vivimos aquel momento, nunca podremos olvidar.

La miniatura de las cosas diarias, de acuerdo con lo que mi amigo me recomendaba para que enfriara la cabeza, se puede estar convirtiendo en refugio válido frente al caballo desbocado de una actualidad que cada día desborda a los analistas más capaces. Revelaciones y mentiras, grandes mentiras, que se convierten en medias verdades con el recurso hábil de la dialéctica. Lo obvio se convierte en falsas apariencias y la visión de la realidad de las cosas graves se enturbia con la nebulosa de unas cataratas premeditadamente descargadas en nuestras córneas.

Y si no vemos bien, perderemos el rumbo, nos daremos un descomunal batacazo y deberán pasar muchos años para reconstruir el mayor patrimonio que la sociedad nos dio cuando vinimos a este mundo: el de la confianza y la seguridad. Sí, ya sé que suena muy dramático, pero ese desencanto y esos temores están en la calle. Si no lo han hecho, abran la ventana y miren.

Y además verán que hay mucho veneno, rencores destructivos y fobias y que se corre una suerte de carrera para ver quién es más “anti…”. Hay que aplastar al contrario, ya sea porque piensa diferente,  porque está en el poder, porque está en la oposición , porque no se siente de un lugar determinado, o porque defiende que las cosas se pueden mejorar sin romper la cristalería.

Por ello me sigue pareciendo esperanzador ver que haya quien prefiera poner un ladrillo para construir en lugar de tirar de la piqueta para derribar. La actriz catalana Montserrat Carulla, pronunció unas profundas palabras en la entrega de los premios Gaudí de cine, que aún sobrevuelan sobre los beligerantes e intransigentes.

“Soy actriz, catalana e independentista” dijo, y advirtió después que su independentismo “no va en contra de nadie”. “Admiro la cultura y la lengua del pueblo español, pero lo quiero y lo admiro y lo quiero a mi lado como amiga, pero como una amiga en libertad”, remató en una frase que hay que releer palabra por palabra para medir su gran alcance. Yo, que no soy independentista, así lo he hecho.

Algo es algo, en este caso podría ser mucho más, si se extendiera ese lenguaje a quienes nos pastorean desde la levitación política y choricean a manos llenas. Nada más y, ya saben, el jueves, conecten La Primera y vean “Cuéntame” o algo que se le parezca en cualquier otro canal.

Javier ZULOAGA


lunes, 21 de enero de 2013

ROSA, LA CENTENARIA SONRIENTE

Se llama Rosa y acaba de cumplir 103 años. Maneja su  andador con seguridad para avanzar   entre una flota de sillas de ruedas. Va impecablemente peinada y no le quita ojo a quienes acuden  de visita al viejo e imponente caserón de Sant Gervasi, en Barcelona, al que el paso del tiempo ha acabado convirtiendo  en una buena residencia para personas mayores. Rosa, a poco que la saludas no tarde en decirte la edad que tiene. Seguramente  sabe que pocas cosas tienen más fuerza que el tiempo vivido. Y en su caso, por pura aritmética, más.

El lugar recuerda a los parajes que Eduardo Mendoza describe en “La Verdad del caso Savolta" y desde el mirador del jardín  se vislumbra la casa en la que vivió Joan Maragall y se intuye la cercanía del final de la calle Carrasco y Formiguera, que acaba su corto recorrido en las puertas del Colegio San Ignacio, tras arrancar, pocos metros abajo, en el  Paseo de la Bonanova.

Es una calle sin salida, como la vida misma de quien le da nombre, un católico con ideas propias, nacionalista venido de la Lliga, democristiano y  padre de Unió Democrática, que las recibió desde todos los lados y colores, el acoso de los anarquistas en Barcelona  y  el fusilamiento puro y duro de un pelotón que ejecutaba, en 1938, la sentencia de un tribunal militar de la Cruzada victoriosa. Si, de la Cruzada.

No sé  si Rosa me trató de “señor” o yo quiero idealizar que me dijo  “joven”, pero  consiguió que le prestara atención.  ¿En qué año debió nacer?, me dije….1909 el mismo en el que Barcelona vivió su semana más trágica, cuando los barceloneses que no podían librarse de ir a la guerra de África con el pago de una cuota, los que menos tenían,  dijeron “basta” a la movilización de reservistas.

Altercados en las calles, saqueos, muertos y una represión del Gobierno del conservador mallorquín Antonio Maura que aplastó la protesta, pero no pudo borrar el sentimiento de indignación de las clases más empobrecidas.

Fue también entonces, cuando mi amiga Rosa comenzaba a dar sus primeros pasos, pero sin ser aún consciente de lo que le rodeaba, cuando la convulsión social aumentaba, día tras día, desde la chispa de la huelga general 1902, en la que murieron catorce obreros en Barcelona;  y cuando España aún seguía sin digerir que los yanquis nos birlaran Cuba y se nos fueran de la mano casi todas las colonias.

Los libros de historia dicen, sin embargo, que todo aquello provocó el nacimiento del inconformismo que acompañó a aquellas plumas y cabezas pensantes reunidas en la Generación del 98, que con sus obras y sus debates de café hicieron más difícil que España languideciera peligrosamente hacia el fatalismo, aunque finalmente lo hiciera. Es decir, cuando Rosa crecía y comenzaba a ir al colegio, España dejaba de ser una metrópoli,  lo de Marruecos apuntaba mal, Barcelona hervía socialmente  y Cataluña comenzaba a ser el vecino peleón de España.

Sí, era  así de negro pero, sin embargo, había luces para la esperanza. El pensamiento, la reflexión y la inquietud cultural cobraban gran fuerza, de la misma manera que  la llamada sociedad civil tomaba la iniciativa como nunca antes se había visto.  Recuerdo que en 2004, cuando trabajaba en el Departamento de Comunicación de “la Caixa”, explicábamos en un dossier de prensa conmemorativo que, en 1904, cuando Moragas y Ferrer Vidal pusieron los cimientos de Caja de Pensiones, lo hicieron con el empuje y la iniciativa de los sectores más inquietos de la burguesía de la ciudad de Barcelona, que tomaron conciencia de que era necesario corregir algunos excesos de aquel sistema que no acababa de funcionar. Y no hicieron leyes porque no les correspondía, sino que pusieron fil a l´agulla  (hilo a la aguja) para que las cosas comenzaran a tirar.
Cuando vuelva encontrarme con Rosa, mi amiga del palacete de Sant Gervasi, no pienso preguntarle nada de toda esta historia gloriosa, no vaya a ser que se le vaya su gran sonrisa.

Javier ZULOAGA