sábado, 28 de febrero de 2015

¿SOMOS BIPOLARES?


Arrinconarme los domingos en mi butaca y poner los pies, con calcetines claro está, sobre un cojín que previamente he colocado en la mesa del salón, es uno de los placeres que pienso resistirme a perder.  No es ningún lujo asiático y me permite, además, buscar en los diarios aquellas cosas diferentes a las que, más o menos, ya sé desde la noche anterior, cuando he repasado las ediciones digitales y hemos apagado el televisor después de ver las portadas de los diarios del día siguiente.

Deseas que llegue esa pieza periodística imprevisible, la que es distinta a las demás. A mí me salió al paso, el domingo pasado, una auténtica perla al leer “El País”. Era una entrevista con el psicoanalista y ensayista británico Darian Leader, que acaba de publicar Estrictamente bipolar, un análisis sobre este trastorno, que el entrevistado da a entender que es la última generación de la manía depresiva.

Dudé unos instantes en continuar leyendo o dejar de hacerlo, pero me incliné por lo primero cuando en su primera respuesta, Darian Leader explica que el trastorno bipolar afecta a entre un 10 y un 15% de la población, porque su definición actual es, en buena medida, el reflejo de algunas características de la vida moderna y por ello son cada vez más los que la padecen, incluso no pocos sin saberlo.

El trastorno bipolar es un reflejo de la vida moderna  era el título de la edición en papel, aunque en la digital se optó por Hay que eliminar la distinción entre salud y enfermedad mental. Lean la pieza, porque merece la pena.

El ensayista británico explica que la crisis económica ha traído, entre otras cosas, los contratos laborales cortos y el aumento de la inseguridad laboral. “Y estamos obligados a mostrar – dice-  un entusiasmo extraordinario por cada trabajo. Incluso si vas a una clase de yoga, se te exige una entrega de cuerpo y alma. Debes afrontar cada proyecto con un entusiasmo desaforado. Eso significa que habrá un ritmo natural de agitación, seguido de agotamiento, lo que puede llevar a un poco científico diagnóstico de bipolaridad”…

Y extiende sus dudas cuando recuerda que hace tiempo se entendía, como muy preocupante, el deseo compulsivo que algunas personas tenían de comunicarse con los demás. Parlanchines, cotorras y palizas. “Eso, que se percibía tradicionalmente  como el rasgo principal del maniaco, es hoy una obligación social. Hay que estar en Facebook, en Twitter”. Me vi retratado, a veces me extiendo demasiado al hablar y he sucumbido al Twitter…como muchos otros/as.

Darian Leader se pasea detalladamente sobre el papel que las farmacéuticas  han jugado y jugarán en la aparición o metamorfosis de enfermedades –afirma que en los próximos años asistiremos a un crecimiento espectacular en la venta de ansiolíticos- que el lector puede leer con detalle si pincha el enlace de líneas arriba.

Y se queja amargamente de que hayamos abolido la dimensión narrativa de la vida humana al recordar que en Inglaterra los médicos dedican una media de seis minutos a cada paciente. “¿Qué puedes aprender de la historia de alguien en seis minutos?”.

Al acabar de leer, me pregunté si todo esto, que a primera vista va más de psicoanálisis y psiquiatría, tiene más enjundia. Y me he dicho que sí, que pocas personas se escapan de los entusiasmos profesionales –de forma sincera o forzada porque no tienen otra opción- y cuántos acaban desalentados o agotados al acabar esa lucha personal contra el pesimismo o la realidad.

“Hay mucha gente – dice el psicólogo de la entrevista – que a los pocos minutos de conocerte, te dice que es bipolar, sin embargo nadie te dice en una fiesta: soy esquizofrénico “

Reconozco que al acabar de leer estaba confuso. ¿No estaremos todos un poco tocados?, me dije al tiempo que pensaba que tal vez salgamos de dudas cuando vayamos a parar a un diván y alguien nos diga que una multinacional farmacéutica está punto de sacar un remedio de última generación, maravilloso,  para solucionar nuestro problema, que es también una enfermedad de nueva generación. De momento ya nos anuncian que en los próximos diez años consumiremos muchos más ansiolíticos. Algo es algo.


Javier ZULOAGA