viernes, 27 de julio de 2012

LAS VACACIONES DE JORGE MANRIQUE



Recuerde el alma dormida,
avive el seso e despierte
contemplando
cómo se passa la vida,
cómo se viene la muerte
tan callando,
cuán presto se va el plazer,
cómo, después de acordado,
da dolor;
cómo, a nuestro parescer,
cualquiere tiempo passado
fue mejor.


Puede que no sea ningún disparate escribir que en las vacaciones de verano muchas personas, tal vez la mayoría, se rencuentran con la vida real que les rodea. O dicho de otra manera, que el resto del año se vive en la superficie, en la epidermis de todo, sin aliento ni apenas tiempo para reflexionar y llegar al fondo de las cosas.

¿Quién de los dos “yos” es más auténtico?, ¿el currante?, ¿el veraneante?, ¿vivimos para trabajar?, ¿trabajamos para sobrevivir?. Seguramente Jorge Manrique, en el lejano siglo XV, lo tenía mucho más claro y se despachaba con unas coplas que, los nacidos antes de los años 60 tuvimos que recitar en clase sin medir el auténtico alcance de su significado.

Puede ser que Manrique, que además de poemas dedicó su tiempo a hurgar en las intrigas palaciegas entre Isabel I de Castilla y Juana la Beltraneja, no hubiera sabido expresarse tan claramente como lo hizo sobre el carácter efímero de la vida si le hubiéramos pedido, ahora en 2012, que fuera tan rotundo sobre la vida en el verano más incierto de los últimos decenios.

Seguramente hubiera vuelto a insistir en que cualquier tiempo pasado fue mejor, lo cuál tampoco nos habría sorprendido porque es más que evidente en los indicadores que nos apuntan a cómo va “la cosa”, buena parte de ellos reflejo de conceptos económicos y sociales bastante incomprensible para el ciudadano de a pie.

 Pero lo de que recuerde el alma dormida tendría más enjundia en su viaje desde el siglo XV al XXI, lo mismo  que aquello de que avive el seso y despierte y la rapidez con que se va el placer y lo que duele recordarlo pasado el tiempo. No es que Manrique tuviera ideas claras, que las tenía, sino que se detuvo a mirar todo lo que le rodeaba, muy posiblemente porque estaba o se iba de vacaciones.

Ahora nos toca hacerlo a una buena parte de la población española. ¡Hasta la vuelta colegas! Debe ser una de las frases más escuchadas en los lugares de trabajo. Viajando o quedándonos en casa, vamos a tener el tiempo de vacaciones que, de forma audaz, he adjudicado a Jorge Manrique cuando escribió sus Coplas a la muerte de su padre

No, no deseo que nadie reflexione con pluma funeraria, basta con que lo haga sobre muchas otras cuestiones que nos preocupan pero que no lo hagan de forma exhaustiva, ya que los ánimos están bastante zurrados y hay que ir poniendo, aunque sea muy poco a poco, los cimientos del optimismo.

¡Hasta septiembre!

Javier ZULOAGA