No hay un auténtico debate público sobre la
cuestión. Para que exista un verdadero debate público, el sufrido ciudadano
debería recibir, además de los consabidos recortes y hostias de cada día con
sus buenas pócimas de soflamas, delirios patrioteros y mentiras, debería
recibir, digo, información veraz, útil y esclarecedora sobre cuál va a ser el
encaje social, político y cultural de esa Catalunya independiente y soberana
con el resto de España y con Europa. Habría que dialogar acerca de las
consecuencias de ese desgarro, porque desgarro lo habría, pero yo no he oído a
ningún líder político una solo idea a tener en cuenta sobre este asunto. Ni de
un bando ni de otro. Hablan de dinero y de sentimientos: "Sentiments i
centimets", podría titularse el discurso hipócrita de uno de ellos, y el
del otro: "Hay que españolizar al Barça", por ejemplo. A mí me da lo
mismo que los ineptos que nos gobiernan y que están llevando a tanta gente a la
miseria y la desesperación tengan a bien otorgarme la identidad española o la
catalana (y que se hagan la picha un lío con mi identidad cultural también me
importa una higa), ninguna de las dos cosas me llena de entusiasmo y mucho
menos de fervor patriótico. En cualquier caso, la patria que me proponen es un
artefacto sentimental que no me gusta, y la gran Catalunya que nos prepara el
señor Mas y sus habituales aplaudidores-muñidores tampoco me gusta. En vista de
la falta de diálogo y la penuria de ideas exhibida por ambos Parlamentos, el de
aquí y el de más allá del Ebro, permítanme exponer mi propia teoría acerca de
asunto tan peliagudo. Nada de españolizar a los niños catalanes, ni de
catalanizar a los niños españoles (bueno, esta última burrada no la ha dicho
nadie todavía, pero esperen un poco y verán) Lo que hay que hacer es baturrizar
España entera. !La baturrización total y absoluta de todos los españoles,
gobernantes y gobernados, sería la solución definitiva al maldito problema
identitario! !Baturricémonos todos y caminemos juntos y sin temor por la vía
constitucional! ¡Y el ministro Wert el primero!
Así se despachaba ayer Juan
Marsé en su respuesta a la gran encuesta que, desde hace dos semanas, viene
ofreciendo "La
Vanguardia" para conocer las reflexiones de personajes del mundo de la
cultura sobre el momento soberanista que estamos viviendo. El autor de Últimas tardes con Teresa, fiel a su carácter, responde siguiendo la línea recta, sin dobleces, llamando a las cosas sobre
las que piensa por su nombre, pidiendo –exigiendo- palabras claras y algo de diálogo
sobre posibles desgarros, con menos penurias y menos artefactos sentimentales.
El padre de Pijoaparte, pega un portazo intelectual en
los morros de "el asunto", alejándose de los patriotas, los de uno y otro lado y
haciendo mofa con una corrosiva propuesta, aunque, eso si, por la vía constitucional.
Al acabar de leer, pensé que
los escritores, sean de ficción o no, lo tienen más fácil para avanzar por los
caminos de la reflexión cuando crean un personaje, hilan un argumento o sitúan
el escenario de un nuevo libro. Las ideas, los pensamientos sobre los asuntos
que más interesan, nacen con mayor facilidad cuando lo que se está haciendo es
entrar en los detalles más profundos de una historia, de unos personajes o en
una atmósfera que quieres que tus lectores puedan imaginar si hacer apenas esfuerzo.
A mi me ha ocurrido en las historias que he
publicado y seguramente este blog es
la resaca de la inquietud crónica que, como novelista, se ha ido apalancando en
mi cabeza.
Ayer tomé de mi librería uno de mis libros más apreciados, de
esos que no se prestan: Casi unas
memorias, de Dionisio Ridruejo, poeta, fundador de la Falange, posiblemente
uno de los intelectuales con mayor capacidad autocrítica que ha tenido España y
por ello perseguido, confinado y encarcelado por el Régimen de Franco.
Compré este volumen por sugerencia de mis
editores de El Aleph, (Edicions 62), que me dirigieron por el buen camino para ambientar
en mi última novela, Librería Libertad,
cómo era la Barcelona posterior a la
entrada de las tropas nacionales.
Entre quienes acompañaban a Yagüe iba el propio Ridruejo, del que este año
celebramos el centenario de su nacimiento en el soriano Burgo de Osma,
Recordaba que había subrayado un párrafo potente,
un tanto profético. Dice lo siguiente:
“Mis dos preocupaciones centrales en aquellas horas, eran que los
catalanes no se sintieran invadidos ni discriminados en tanto que catalanes, ni
los obreros de Barcelona sumergidos y desarmados en tanto que sindicalistas. Me
parecía a mi entonces (y de entonces estoy hablando), que Cataluña podía
soportar muy bien la revocación del Estatuto de autonomía, pero no la
interdicción o el despojo de pertenencias fundamentales como la lengua o el
estilo de vida.”
Aquel falangista derivado a socialdemócrata
que murió pocos meses antes que Franco, le acababan de frenar, ¡inocente!, su
iniciativa de mantener el catalán como lengua para comunicar a los vencedores
con una población de raíces republicanas y con un alto sentido de pertenencia.
Si leen la autobiografía de Ridruejo
(Editorial Península), encontrarán también ricas reflexiones de este gran
pensador español sobre una Cataluña que acabó haciendo suya al tiempo que
iniciaba su guerra imposible para cambiar al Régimen desde dentro del mismo
Régimen.
1939-2012, setenta y tres años . Mucho tiempo.
Seguro que en algún momento, en muchos, muchísimos, aquellas inquietudes de
Ridruejo, pudieron ser tomadas por
quienes, desde un lado y desde el otro, desde España y desde Cataluña, podían
haber sembrado una cosecha mejor que la que ahora estamos recogiendo.
La verdad es que entiendo perfectamente el
cabreo de Marsé.