martes, 19 de junio de 2012

SABER LO QUE ESTÁ PASANDO

Que no se espante el lector, porque este artículo no pretende  sentar afirmaciones sobre lo que le pasa a nuestra economía. No soy quien para hacerlo y he pactado conmigo mismo no calentarme la cabeza en la jungla de términos  y afirmaciones categóricas, con que cada mañana nos desayunamos, y que ha convertido a muchos españoles en economistas de salón que se dejan la piel sobre asuntos muy peliagudos para los que ni siquiera los más formados ven explicaciones claras.

“La gente quiere saber lo que pasa, que alguien nos lo explique”, me decía hace pocos días una comerciante del Vallés, después de insistir en que no vengan de nuevo con lo de la burbuja, ni le hablen de Grecia, ni del interés de los bonos, ni de la prima de riesgo, que se ha colado incluso en el obsesivo parloteo de los locutores de Tele5 que, en el España-Croacia de ayer lunes, celebraban la asfixiante victoria española invocando el negro futuro de ese índice, tras el gol del sevillano Navas. La furia hispana, ahí estaba la solución.

Ese comerciante, que no sé si vio el partido, me estaba diciendo que lo que quiere es entender el porqué de la que nos está cayendo encima para poder llevarlo mejor y quitarse de encima una parte de la incertidumbre que no le deja vivir tranquilo.

El sábado, como suelo hacer cada mañana, me duché y como siempre, lo hice acompañado del transistor. El invento, que no todos adjudican a Marconi, es el único medio de comunicación que ha sobrevivido a las sucesivas revoluciones tecnológicas, seguramente porque su uso es posible y compatible en cualquier situación y momentos.

Escuché una magnífica entrevista que los tertulianos en de "A vivir que son dos días", de la cadena Ser  hicieron a Manuel Marín , exvicepresidente de la Unión Europea y expresidente de las Cortes durante la primera legislatura socialista de la era Zapatero (Entrevista)  


Me quedé parado “No puede ser, ¡se le entiende!, ¡habla claro!” y decidí, por ello, prolongar aquella ducha todo el tiempo que hiciera falta, por lo que finalmente consumí más agua de la que habría sido necesaria para llenar la bañera. Les recomiendo que la escuchen pinchando con su ratón en el enlace de arriba o que acudan, si no tienen media hora, a un artículo de contenido similar que publicó, días atrás, en el diario digital Huffington Post

El político, que ahora trabaja en la Fundación Iberdrola, dijo muchas cosas de sustancia: que se ha exagerado deliberadamente en los discursos públicos, que no es serio decir que al Euro le quedan como máximo tres meses y recordó que a Berlusconi (con quien marcó muchas distancias) no le sacaron de su despacho los votos sino los mercados. ¿Era un aviso?

Pero fue más a fondo al decir que en la Unión Europea, se ha perdido el espíritu de familia, lo cual no deja de ser grave en una institución que nació para sumar y acercar a los países del Contiente desde la firma del Tratado de Roma en 1957.

Y apuntó a nuestro país al afirmar, con la libertad que tienen quienes ya están de vuelta de largos e intensos viajes, que España asiste impasible al deterioro de sus instituciones. No salvó a ninguna, pese a que recordó que él mismo en 2008, puso a salvo del peor de los escenarios al Banco de España y la Monarquía.

Fue enumerando a todas y fue contundente al apuntar que ya ni siquiera nuestra estadística oficial tiene credibilidad en Europa, porque nos la devuelven corregida. Manuel Marín reconoció que su paso por la Presidencia de las Cortes le produjo amargura y frustración y fue gráfico al decir, palabra más-palabra menos, que le habían hecho sentirse medio tonto por haberse creído que el cambio que le dibujaban en el horizonte era cierto.

No voy a transcribir más detalles del contenido de la entrevista, que el lector disfrutará al escuchar, aunque sí mencionaré lo que Marín dijo en torno a los valores de la austeridad y el ahorro, que en España han sido aplastados por los del nuevo rico.

He decidido que iré a ver a mi amigo el comerciante y le daré los enlaces a la entrevista y el artículo, porque lo cierto es que el sábado oí hablar muy claro y…me sorprendí.

Javier ZULOAGA