domingo, 21 de abril de 2013

PREDICAR EN LA METRÓPOLI



Hace tres semanas dedicaba mi último artículo al Continente Viejo, esa Europa que  se deshace en las contradicciones a las que le han llevado sus errores en el intento de ser una sola cosa política y económica sobre el escaso sustento monetario (la  libra esterlina dijo no) y la creación de una estructura administrativa sobre cuya sobredimensión aún no se ha entrado aún a debatir. Que no se asuste el lector, que no redundaré más en el asunto.

Sí, la Vieja Europa lo parece aún más cuando, como ocurrió el pasado viernes 19 de  abril, algunos ciudadanos conectamos el canal 24 horas de TVE para ver y escuchar la entrevista que la periodista Ana Ibañez hizo al presidente de la República de Ecuador , Rafael Correa http://www.rtve.es/m/alacarta/videos/la-noche-en-24-horas/correa-ley-hipotecaria-inmoral/1776307/?media=tve .

Tras La desaparición de Hugo Chávez, paradigma del carisma y seguramente el mejor ejemplo de cómo no hay que gestionar la economía, Rafael Correa ha quedado como referente de un populismo que, en su caso, puede sacar pecho, hoy, por los resultados económicos que ilustran la mejora de economía de Ecuador.

Correa tiene una aleación política diferente a la del redentor venezolano. Tiene formación –es doctor en economía- y sobre todo se diferencia de los caudillos latinoamericanos, en que pasea sus triunfos por Europa . Así, a la brava –se acabó pasarnos el día recibiendo en nuestros aeropuertos y rindiendo honores- para que se sepa y, de paso, para llenar los pulmones de nostalgia a los muchos miles de emigrantes que un día viajaron desde su país hacia Europa, principalmente España.

Y viene a vernos, tras reunirse con Angela Merkel y se sienta delante de las cámaras, a pelo, en el programa  “La noche de 24 horas TVE”, ante una buena, muy joven y seguramente por ello muy agresiva periodista. La oportunidad para ella fue única, pero no sacó de sus casillas al presidente ecuatoriano en el telón de Aquiles del populismo: la intransigencia con los medios de comunicación disidentes con la gran revolución de turno.

Quienes seguimos  la actualidad de lo que pasa en estos países y en buena medida aquí también, sabemos bien que la docilidad es clave, pero lo cierto es que Correa   despachó el asunto invitando galantemente a Ana Ibáñez a ejercer su profesión en Ecuador. Lo hizo de forma seductora y criolla, muy varonil él y marcando con intención sus rasgos  raciales al sonreír.

Estaba en Madrid, en horas de gran audiencia y además despachándose con argumentos que, a mí por lo menos, me hicieron pensar que, mira por donde, los de las colonias vienen a leernos la cartilla a los de la metrópoli. Una devolución de visita, más de quinientos años después de que nosotros, los ingleses y los portugueses, sentáramos las bases del Nuevo Mundo.

-He llamado a Mariano Rajoy y le he dicho que estamos a su disposición- dijo Correa antes de recordar que en la cumbre de las Américas, hace pocos meses, ya nos dijo a los españoles que aprendiéramos de Latinoamérica, en donde son expertos en crisis.

“Te dejan el paraguas cuando hace sol y te lo quitan cuando empieza a llover”, dijo el presidente ecuatoriano” al referirse al orden económico internacional;  puso como ejemplo la gran crisis mejicana de 1982  y se apoyó en la propia salida de Ecuador de la  grave situación en la que se encontraba cuando él llegó al poder, recomprando su deuda al precio que marcaba el mercado. Disparó sus éxitos, que son ciertos -¿qué iba a hacer si no?- y que hacen que a Ecuador se le conozca ya en el mundo económico como El Jaguar.

Un desempleo que llega al 5%, un índice de pobreza que ha descendido del 36% al 27% entre 2007 y 2012 y una abundancia económica, en gran parte derivada de sus yacimientos petrolíferos, pero con un gasto publico respecto al PIB, ¡ahí es nada! que ha subido del 23% al 50% en los últimos cinco años.

Déjenme que pregunte como ahora se estila, ¿Será sostenible? Pues lo cierto es que ha venido a mi cabeza aquella Argentina de Juan Domingo Perón cuando en 1946 llegó al poder en Argentina y se encontró las arcas públicas repletas, tánto, que el país ayudó a dar de comer a una Europa que se recuperaba de la II Guerra Mundial. Lo que pasó después es público y está bien registrado en la historia.

Todo es sostenible…hasta que deja de serlo.
Javier ZULOAGA  

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