jueves, 12 de abril de 2012

POR LA PUERTA DE ATRÁS DE LA VIDA

Cuando un buen libro cae en tus manos y decides, casi por encima de cualquier otra cosa, rendirte a su argumento hasta llegar a la última página, suele deberse a que has encontrado algo diferente. Son esas historias que mantienes en el recuerdo y que, más adelante, te llevan a la reflexión.

Hace casi cinco años, cuando arranqué con este blog, colgué un artículo "Los camaradas del miedo" tras haber leido dos historias como las que, líneas arriba, me refería. Pinche el enlace y léalo. Merece la pena.

Trata de Historia de un Alemán, de Sebastián Haffner y de Los peces de la amargura de Fernando Aramburu. El primero, alemán huido a tiempo de los horrores del nazismo, se hizo viejo y murió en Londres, tras escribir una reconocida biografía de Churchil, mientras que el segundo es profesor de español en la universidad alemana de Lippstadt y prolífico autor de relatos y novelas.

El pasado verano leí El Trompetista del Utopia, en la que el autor se deja llevar, con buena pluma, imaginación, humor y gran sensibilidad, para describir el rencuentro de Benito Lacunza con sus orígenes en Estella.

Era la segunda ocasión en la que, como lector, me encontraba con Fernando Aramburu, al que hace pocas semanas le dediqué de nuevo las horas necesarias para saber que nos quiere contar en su última obra, Los años lentos  (Tusquets Editores).

Para no apagar el interés que la obra despierta por si misma, sí les diré que Aramburu, como hizo en “Los peces de la amargura”, entra sin complejos y gran libertad, en el gran drama que aún esconde el terrorismo y –no sé si a la larga es aún peor- la enquistada intolerancia con la que los vascos se han acostumbrado a vivir porque no han podido acabar con ella.

En sus dos obras, el autor entra por la puerta de atrás del asunto, ésa que da acceso a las minucias de las cosas aparentemente menos importantes. No, no escribe sobre los trascendentales problemas con que nos bombardean los  grandilocuentes ni lleva al lector de paseo por la trascendental superficialidad del “conflicto” o el “problema” vasco. No, Aramburu se detiene, en Los años lentos, en la vida de una familia que vive en el barrio de El Antiguo de San Sebastián, a la que va a parar un sobrino de ocho años venido de Navarra porque en su casa no había pan para todos y que le cuenta al autor lo que va viendo en su nueva vida.

Con una ágil estructura literaria, Aramburu describe el drama de unas gentes en las que el radicalismo se les ha colado en casa a través de captación del joven Julen como activista de ETA. Pero esa circunstancia no es lo más importante, ya que lo que sobrecoge es el drama de las personas que le rodean. Al acabar de leer Aramburu me ha llevado de nuevo a la reflexión que me hice hace cinco años.

¿Qué es lo importante?, ¿Lo formalmente importante no será simplemente algo aparente?

Vivimos momentos de tensión, que serán analizados con algo de serenidad una vez el paso del tiempo haya actuado como bálsamo y queden al descubierto las evidencias de problemas que hoy somos incapaces de resolver.

Uno de los tópicos más socorridos en este país al referirse a los ciudadanos en su conjunto, ha sido el de “la mayoría silenciosa”. De esta manera se venía a decir que no es malo hurgar en la realidad de la vida de las personas corrientes antes de decidir cómo éstas deben de ser por lo que han establecido los dogmas ideológicos o las conquistas sociales intocables.

Pero a veces, cuando miro por la ventana de los medios o hablo y discuto con quienes conozco sobre cuestiones complejas, acabo sintiendo que también nosotros, los que formamos esa mayoría silenciosa y no nos jugamos más que la supervivencia, nos estamos dejando pastorear por el dirigismo intelectual de las verdades inamovibles.

Por eso, al leer de nuevo a Fernando Aramburu en Los años lentos, he pensado lo importante que es saber encontrar esa puerta de atrás de la vida para conocer lo que, de verdad, está ocurriendo dentro.

Javier Zuloaga

3 comentarios:

loli 56 dijo...

Gracias Javier. Brillante reflexión que sin duda invitará a su lectura, a todos aquellos que nos sentimos pastoreados y nos resistimos, aunque sea tímidamente a vivir para sobrevivir.

loli 56 dijo...

Gracias Javier. Brillante reflexión que sin duda invitará a su lectura, a todos aquellos que nos sentimos pastoreados y nos resistimos, aunque sea tímidamente a vivir para sobrevivir.

Ferran ampurda dijo...

Muy bien Javier por tu análisis, pero los que solamente intentamos sobrevivir siempre soportamos que "Cuando los elefantes luchan, la hierba es la que sufre" y que dentro se esa "mayoría silenciosa2 mientras haya alguien que crea en esa idea, la idea vive. Gracias por recomendar ese libro, habrá que leerlo.