martes, 3 de febrero de 2015

LAS MISERIAS NO CAMBIAN


“Maldigo a nuestros enemigos, a todos aquellos cuya terquedad les impide escuchar la voz de la razón pidiendo un gobierno justo, denunciando los abusos de los Grandes y el expolio de Castilla, a los que niegan la palabra al pueblo y se arrogan el derecho divino de dar a uno lo que a mil corresponde. Maldigo a los cobardes traidores de pensamiento y de hecho; a los que alientan la esperanza de un futuro mejor en los corazones humildes y les vuelven la espalda por miedo o provecho y también a los ricos comerciantes cuyas bolsas se llenan con el hambre de los pobres. No hubo entre todos estos avariciosos, mezquinos, egoístas, ni uno solo que defendiese el bien de esta tierra antes que el suyo propio. Amagaron sin golpear, ladraron pero no mordieron y escondieron la cabeza bajo el ala cuando vieron sus privilegios en peligro”

Este párrafo llamó mi atención –y me llevó a subrayarlo- cuando estaba acabando las últimas páginas de “La Comunera-María Pacheco, una mujer rebelde”, novela histórica de la alavesa Toti Martínez de Lezea (Maeva). Era la tercera vez que leía su obra, tras “La Abadesa” y”La sombra del templo”. La escritora sitúa muy bien al lector en la trascendencia del testamento de la persona más perseguida en España durante el reinado de Carlos I.

El hijo de Juana la Loca y nieto de los Reyes Católicos,  no pudo añadir la cabeza de María Pacheco  a la de los generales comuneros Padilla (su esposo), Bravo y Maldonado, que fueron decapitados tras perder  la batalla deVillalar. Lejos de amilanarse, se hizo fuerte en Toledo hasta que tuvo que huir a Oporto, en donde murió en la cama gracias a la protección del obispado de la ciudad. Puede, según cuenta la novelista, que aquella fuera la simbólica derrota del Emperador en su sangriento enfrentamiento con los castellanos que se creyeron que eran realmente libres.

Cada vez que acabo un libro, sus personajes, sus historias y sus sueños, se pierden en los recovecos de mis propios pensamientos, en donde se confunden con otros que he ido conociendo, página tras página, en las horas que he disfrutado leyendo. Forman una suerte de patrimonio cuyo valor es difícil de establecer pero que, en todo caso, no tienen quienes no disponen de tiempo, no pueden o no quieren leer.

Y además caes en la tentación de trasladar lo que lees al mundo que te ha tocado vivir y preguntarte si lo de María Pacheco escrito por Martínez de Lezea valdría para describir cosas que están ocurriendo ahora.

¿No sobra terquedad y sordera en el mundo en el que vivimos?, ¿Existe la traición de pensamiento… y la discrecionalidad a la hora de repartir?, ¿No se alienta la esperanza en los corazones más humildes… o se llenan bolsas con el hambre de los más pobres?, ¿Tienen la avaricia, la mezquindad y el egoísmo mayor peso que el bien general?.

Las respuestas a estos interrogantes, que María Pacheco sabría responder sin dudar, las tenemos a nuestro alcance, a poco que pensemos y conectemos la ventana del televisor para ver qué es lo que pasa por las calles del mundo.

No hay más que abrir los ojos para ver que, también ahora, la amenaza es moneda corriente y que se esparce el miedo entre las personas para conseguir que no se alejen demasiado o no vaya a ser que tengan ideas propias.  Que se ladra demasiado, tanto,  que incluso ya existen profesionales bien pagados para levantar  la voz en las tertulias  y sembrar la inquietud. Y, sobre todo, que en lo de esconder la cabeza bajo el ala cuando vienen mal dadas, los humanos nos hemos ido sofisticando de una forma prodigiosa jugando, eso si, con el olvido y la generosa amnesia de los ciudadanos.

Más o menos parecido a los Comuneros, aunque, claro está,  ahora no se cortan cabezas… aquí.


Javier ZULOAGA 

1 comentario:

Anónimo dijo...

Si, desgraciadamente seguimos viviendo como si fuese ayer ¿o peor? viendo el retroceso que sufren nuestras libertades conseguidas a base de luchas de años y nuestro famoso y ya casi desaparecido para muchos Estado del bienestar