martes, 10 de octubre de 2017

EL LENGUAJE DE LA PENA




Pena, aflicción, pesadumbre, melancolía, infelicidad, amargor, pesardesalientodesánimo, infortunio, desgracia, desconsuelo, sinsabor, trance, depresión….

Desasosiego, tribulación, tormento, intranquilidad, preocupación, inquietud, desesperación, perturbación, consternación, agitación…

Esta mañana he conectado el ordenador y he entrado en Google para buscar sinónimos de tristeza  y angustia, dos palabras que han venido a mi cabeza de la mano del desánimo que me acompaña desde hace ya un tiempo.

Hay muchas más, ¡seguro!, para ilustrar interiormente lo que cada uno de los que nos sentimos tanto españoles como catalanes  y vivimos aquí, en Cataluña –y en el resto de España también pero con matices algo distintos- llevamos como mochila emocional.

De la misma manera que es intensa la de quienes miran y desean la independencia de estos territorios . Me atrevo a hurgar en sus emociones y pienso que –unidas a sus sentimientos, convicciones y pensamientos- andan  de la mano la ilusión y la fe en que llegarán a alcanzarla.

Pero la zozobra es común, a unos y a otros, porque todos sabemos que lo que ocurra esta tarde (escribo a las 10 horas), no va a tener buenas consecuencias para el ninguno. Sí, hablo claro: de ésta, de lo que se diga o decida esta tarde y del enorme resacón que arrancará justo después, no se va a librar casi nadie.

Ni quienes vivimos aquí y también quienes desde fuera nos llaman una y otra vez para preguntarnos como lo llevamos.

El domingo bajé desde Sant Cugat del Vallés a Barcelona para participar en la manifestación que convocó la Sociedad Civil Catalana, que desbordó las previsiones de los organizadores y en la que pudimos escuchar de qué manera Mario Vargas Llosa hablaba con el corazón, para algunos perversamente y para otros, yo entre ellos, con una gran bocanada de libertad. https://youtu.be/j4-9QpWXLo4

Aguante casi un par de horas, las mismas que mi espalda fue capaz, y me detuve en mirar a quienes me rodeaban. No soy experto en las movilizaciones populares y pensé que otros  me explicarían después la dimensión de aquel éxito.

Buscaba a mi alrededor y encontré a una pareja de unos cincuenta años, bien vestidos, que compartían una senyera catalana. Miraban al frente, a ningún lugar y no coreaban consignas, ninguna. Estaban allí. Como aquel hombre con muletas, al que todos le abrían paso, ¡faltaría más!, que no ocultaba un gesto de fatalidad y que, también sin articular palabra ni gritar como hacían casi todos, parecía estar diciéndose a si mismo que todo esto se va a ir al carajo. Y unos cántabros que no hacían más que preguntarnos cómo lo llevábamos… a los que mi amigo de Sant Cugat, el que aparece en mis últimos artículos, les decía y me decía a mi también que habrá un antes y un después de aquella manifestación que demostró tanto que la sociedad catalana está dividida y bastante rota, como que la gente ha perdido el miedo a mostrarse públicamente en contra de aquello que no comparten.

Y que sea por mucho tiempo y que el talante liberal, abierto y de cultura rica de los catalanes, puedan más que la dilución de esos rasgos en las movilizaciones que algunos utilizan peligrosamente como argumento político. Ningún catalán, ni los unos, ni los otros ni los que andan por el medio, se lo merecen…ni tampoco el resto de los españoles.

Javier ZULOAGA


  

3 comentarios:

Unknown dijo...

De la misma manera que es intensa la de quienes miran y desean la independencia de estos territorios . Me atrevo a hurgar en sus emociones y pienso que –unidas a sus sentimientos, convicciones y pensamientos- andan de la mano la ilusión y la fe en que llegarán a alcanzarla.

Albert Pérez Novell dijo...

"the only thing we have to fear is fearitself"

Txema dijo...

Efectivamente, desconsuelo porque acabaron con el prodigio.