lunes, 18 de junio de 2018

¿CÓMO ERA LA VIDA NORMAL?



Me ha ocurrido en más de una ocasión. Preguntarme cómo coño nos estamos yendo todos al carajo…no recordar cómo empezó el desastre…quién la lió…cómo se llamaba aquel gilipollas que no veía más allá de un palmo de sus narices… y sobre todo como nosotros, ¡sí!, ¡los ciudadanos!, habíamos sido tan cándidos y nos lo habíamos tragado casi todo.

¡Sí!, habíamos aceptado, como verdades inamovibles, afirmaciones con apenas fundamento que, a fuerza de ser compartidas por muchos y muchos y muchos ciudadanos y ciudadanas (o ciudadanas y ciudadanos), dimos como inamovibles. “Por aquí no pasamos”, nos hemos dicho  en más de una ocasión para defender, desde una más que discutible solidez ideológica, lo que sólo eran cuestiones relativas.

Nos ha pasado a nosotros, a vosotros y a ellos, porque finalmente casi todos somos parte de grandes rebaños. Ahora dirigidos desde las redes sociales, sin ese gran recurso que era –aún lo es un poco- la línea editorial de unos buenos diarios que interpretaban con sentido común, conocimiento y responsabilidad, qué era lo que estaba pasando.

Un lema malsanamente electrizante de los valores de tu tierra o de tu historia –leída por mentes perversas que también te sitúan frente a los otros….si, frente a ese enemigo sin el cual no es posible la épica heroica. ¡Caray! Qué pocas luces tenemos o que listos son quienes no andan sobrados de escrúpulos para llevar a los pueblos al desastre. Si, la verdad, es que para seguir ese camino no han tenido más que leer un poco de historia.

Y como no quiero ofender a ningún lector…pues no voy a empezar a enumerar una relación de líderes que viven o que ya han muerto, porque  acabaría siendo injusto. Todos tenemos buenos ejemplos en la cabeza y un prisma para mirar las cosas. ¡Hurguen!.

Sí…y también los tenemos aquí, cada día en los diarios, en los informativos televisivos, acuñando frases lapidarias, sentenciando que los otros son unos facinerosos, fachas…nazis…o deleznables populistas  y que sólo los nuestros, los que piensan como Dios manda, son buenos ciudadanos de aquí o de allí, de esta o de esa gran tierra. Y los otros sobran…así lo dan a entender entre líneas, sutilmente, porque las formas hay que guardarlas y , ¡por favor!, porque los líderes carismáticos no deben ser expuestos a la verdad cruda.

Las historias, cuando son así, acaban mal, a veces muy mal… al llegar a un punto en el que las personas libres que se dejaron embaucar en guerras ideológicas absurdas, comienzan a preguntarse como era de verdad la vida cuando la vida era simplemente normal.

Vivimos en torbellino tras torbellino, aunque, menos mal… que aún tenemos a nuestro alcance la noble sonrisa de un/una pequeñajo/pequeñaja, que todavía no ha comenzado a leer. Tiempo…que ya le llegará 

Javier ZULOAGA

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