sábado, 4 de octubre de 2008

ADIOS

Ni una más, ni una menos. Han sido sesenta y dos semanas y media en las que he ido dejando, en el interminable espacio digital de este cuaderno de bitácora, aquellas cosas que pasaban por mi mente y salían de mi teclado. Un año, y un poco más, de encuentros con las esquinas desapercibidas de la actualidad, solapadas muchas veces por las grandes inercias de las cosas política y económicamente importantes.

He escrito sobre lo que ocurre al otro lado del Atlántico, en esas tierras que hablan en español y portugués y sobre las que hace muy pocos días, Mario Vargas Llosa, en una magistral conferencia que pronunció en Barcelona decía que, a diferencia de las antiguas colonias norteamericanas, que unieron sus fuerzas para ser mejores, cayeron en el enfrentamiento nacionalista, con reyezuelos megalómanos y déspotas al frente, para perder la oportunidad de haber sido auténticamente grandes.

Las "coincidencias" magníficas de la ciencia y el origen divino del hombre –con ocasión del acelerador de partículas de Ginebra- porque ahora ya no es posible imponer, a pelo, la fe sobre el conocimiento. El placer de investigar simplemente por hacerlo, que he tenido la gran oportunidad de conocer en la vida e inquietudes químico-orgánicas del catalán Ballester Boix, al que estoy biografiando en clave divulgativa para que se sepa la grandeza de lo que hizo.

La duda razonable de que el país que hizo y deshizo la legalidad del racismo, el que subastaba al peso a los negros traídos desde las costas africanas, tenga realmente superada, en los últimos rincones de su conciencia social, la absurda superioridad del hombre blanco y elija finalmente presidente a un afroamericano que enseña Derecho Constitucional en Chicago.

Nuestra condición de “hormigas” a la sombra de la geoestrategia internacional. Los JASP, (Jóvenes sobradamente preparados), ahora ignorados por el sistema de oportunidades laborales que podrán -¿querrán?- cambiar las reglas del juego cuando los que estamos un poco más arriba en la pirámide de edades nos echemos a un lado.

Y el humor catalán, que es catalán y además muy fino. Y el resbaladizo y frágil debate de la propiedad de los idiomas, que defiendo pertenecen a los pueblos y no a sus próceres circunstanciales. O la sencillez de la prudencia del ahorro, que aparece como la gran panacea solamente cuando la sofisticación del enriquecimiento facilón se va al garete. O la deslumbrante innovación de los modos de enseñar que la Institución Libre de Enseñanza de Giner de los Rios llevó a cabo en los Institutos Escuela de Madrid y Barcelona hasta que la Guerra Civil nos llevó de nuevo a aquello de “la letra con sangre entra” y las orejas de burro para el más palurdo de las clases del Florido Pensil.

El hambre. Los curas “rojos” de la Teoría de la Liberación que de momento ya han llegado a la presidencia del Paraguay. El sentido del humor y la vida. El agua que separa insolidariamente a los pueblos de las riberas de los ríos en lugar de unirlos. La impopularidad de los pueblos más poderosos del mundo. O los rasgos de esa casta de personas que crecen con el calendario sin tomar decisiones realmente trascendentales en su vida y ponen la zancadilla a quienes corren demasiado.

La corrupción, “no n´hi un pam de net”, como bien dicen los catalanes. Africa y la amnesia de una Europa que aún no ha pagado su deuda con ese continente negro tan bien descrito por Ryszard Kapuscinski y Joseph Conrard. La incomprensible complejidad de las cosas sencillas. El miedo en el País Vasco, mi tierra, que gracias a la magia del cine, acabará siendo aceptado por los incrédulos más resistentes. La grandeza de las reflexiones proféticas de Oriana Fallaci.

Las nuevas tecnologías. La administración electrónica. La insoportable popularidad, en la pasarela del papel rosa y los “prime time” televisivos, de quienes realmente no han dado un palo al agua en toda su vida. Los ladrones de palabras que patentan, en China, remedios naturales milenarios que son patrimonio del pueblo mejicano.

La lista es tan larga que, si realmente tienen ustedes interés, no tienen más que armarse de paciencia y viajar con el ratón de su ordenador hasta la columna de la derecha y mirar los archivos de esta página que hoy cierro por espacio indefinido, seguramente largo, porque he de centrarme en nuevos proyectos profesionales y me falta tiempo.

Recuerdo que un canal de la televisión argentino, emitía un programa de humor en torno a su selección de futbol, con ocasión del Mundial de España de 1982, en el que las marionetas hincaban despiadamente el diente al entrenador y a los jugadores. En un “gag” genial en el que se acercaba el minuto 90 y la selección blanquiazul podía aún empatar, aquellos muñecos gritaban una y otra vez “¡Tiempo, tirano, pará un cacho la mano!”

Pues eso, el tiempo ni se detiene, ni se adelanta, ni se retrasa…. y tampoco se puede estirar. Y por eso este "blog" llega hasta aquí, encantado de haberles conocido. Ayer, cuando le comentaba esta despedida a Mónica Terribas, todo un talento y carácter periodísticos, me decía que el “blog” es duro, esclaviza un poco y que además no sabes quien te está leyendo, salvo que avises a los que te interesa que lo hagan.

Puede que tenga parte de razón, pero en mi caso, esa suerte de esclavitud ha sido consentida y buscada porque, a falta de un rincón en las páginas de los diarios, he encontrado una hoja en blanco en la que podía razonar, pensar y proponer lecturas sobre la vida.

Y además, cuando apagaba mi ordenador y la pantalla se quedaba negra, sabía que en algún lugar, sin amarillear como hace el papel cuando pasan los años, estaban todas esas ideas para volver a leerlas cuando quisiera.

Adiós y muchísimas gracias.

Javier Zuloaga

martes, 30 de septiembre de 2008

CORONAS Y TRICORNIOS

¿Soportará la tradición británica la demolición de los muros que Enrique VIII levantó entre Inglaterra y el Vaticano como despecho al no reconocimiento papal de su boda con Ana Bolena?

¿Aguantarán sus cimientos históricos un cambio de esta naturaleza, que haría que ya no fuera imposible un rey o una reina católica y que se acabara con la preferencia masculina en la sucesión al trono inglés?

Cromwell no sobrevuela sobre la vida de los británicos, pero los monárquicos escépticos deben estar en aumento cuando desde la misma sede del gobierno, en Downing Street, se ha impulsado que las reglas lo sean para todos, sean o no miembros de la familia real.

Un diario, “The Guardian” tiene buena culpa de todo esto, ya que durante ocho años y desde su merecido prestigio, ha defendido el acatamiento por parte de la monarquías británica, del acta sobre derechos humanos aprobada por el parlamento de Londres en el año 2000 y que, como sus hermanas de los países libres, excluye cualquier tipo de discriminación entre los ciudadanos.

El asunto tiene bemoles, muchos bemoles porque, si todo prospera después de las próximas elecciones y la Commonwealth lo ratifica, nos hallaríamos ante el primer caso de la historia del mundo en el que las nuevas leyes se han llevado por delante los más imperiales e intangibles símbolos nacionales de un país.

Pero el asunto, seguro que lejano, encaja muy bien en los tiempos de reinvención y descubrimientos que vivimos, tanto en el orden económico, como en el científico y, si me apuran, también el teológico.

Hace dos semanas en este mismo blog, Deslumbrante e inquietante , escribía sobre el acelerador de particulas de Ginebra y de qué manera las colisiones conceptuales entre ciencia y religión sobre el origen del hombre, estaban siendo sorteadas, en lo terminológico, por parte de quienes buscan el “big bang” –hablando del “segundo de Dios"- y en gestos religiosos de acercamiento al laicismo no anticlerical y la rehabilitación de quienes, siglos atrás, defendieron la evolución de las especies o la simple rotación de la tierra.

Pues el acelerador de partículas se ha estropeado y el debate se ha quedado en el “pause” justo cuando ya se sacaban conclusiones en torno al asunto. Stephen Hawking, con el artilugio del tiempo estropeado, ha afirmado que la ciencia no deja mucho espacio para Dios. “La cuestión es ¿el modo en que comenzó el universo fue escogido por Dios por razones que no podemos entender o fue determinado por una ley científica?. Yo estoy con la segunda opción”, ha afirmado el científico en una reciente entrevista, en la que también dice creer que cuando se descifre todo el genoma humano, se podrán modificar aspectos como la inteligencia y habrá seres “mejorados” y seres “no mejorados”.

The New York Times ofrecía una interesante reportaje sobre el dilema de los Estados Unidos en torno al origen del hombre. Según una encuesta de Gallup, casi la mitad de los adultos creen que Dios creo todas las especies, mientras son cada vez más los estados que han modificado sus programas, tras sentencias favorables a explicar la evolución en las escuelas, por considerarla “el principio organizador de las ciencias naturales”. El diario explica muy bien la perplejidad de los alumnos de esos estados que ven cómo en la escuela les explican cosas hostiles a su fe.

Es decir, que a los británicos les descafeínan la corona y, vaya usted a saber, si el asunto puede llegar afectar a la cabeza de la iglesia anglicana, que es la misma en la reposa la corona de los Windsor. Y los americanos andan con el alma dividida entre el avance de la ciencia y el poder de la fe, por el subidón mental que ha provocado el acelerador de particulas entre los grandes pensadores.

Tanta cuestión trascendental está pasando un tanto desapercibida por la crudeza de la crisis financiera norteamericana, su difícil solución y las voces críticas que comienzan a oirse en Europa por el contagio en el mundo global.

El Presidente del Parlamento Europeo, Hans-Gert Poettering, en una entrevista a “El País”, afirmaba tajantemente que no se pueden dar 700.000 millones a los bancos y olvidarse del hambre y se felicitaba, pese a todo, del modelo económico europeo, más intervencionista que el liberal americano.

En mi afán de buscar algo diferente, atosigado por la crisis y lo que había antes del segundo cero del nacimiento del universo, veo que se nos escapan cosas de cierta enjundia. He arrancado dos noticias que merecían la pena.

Una habla de que la Guardia Civil, sin duda también afectada por la globalización, ha optado por encargar sus uniformes y tricornios a empresas de China, lo que preocupa –y mucho- a las 6.000 empresas afiliadas al Consejo Intertextil Español. Han protestado ante Rubalcaba porque de los 528 millones de euros de productos textiles comprados por la Administración, la mitad son uniformes.

El asunto no es banal, como tampoco lo es lo de la corona de los Windsor en las sienes de un católico o –esta es la segunda noticia- que una ciudadana india haya sido condenada a cadena perpetua porque el polígrafo al que se sometió, estableció que no estaba diciendo la verdad.

Javier Zuloaga