Tal vez la soledad sea una palabra que casi todas las
personas, de una u otra manera, han entendido a lo largo de su vida sin
necesidad de mirar en el diccionario, aunque es muy cierto que –la soledad- se
puede vivir de maneras muy diferentes y también que no es necesario vivir
aislado, o haber sido abandonado personalmente, para sentirse realmente solo.
Hoy pienso en esa soledad de quienes, dentro de un grupo
social, miran a su alrededor buscando quien
le escuche y descubren que no tienen, casi, ni la categoría de interlocutor.
Ellos no están en el gran coro de las unanimidades y el unísono de la proclama
ideológica que mueve a las masas. Tampoco encuentran, entre quienes defienden
principios parecidos, a otros dispuestos a unirse hombro con hombro porque, muy posiblemente, también sienten
cierto temor.
Seguro que esta escena se ha repetido a lo largo de la
historia y que el apabullamiento de los silenciosos timoratos por las
multitudes bien organizadas
han provocado no
pocas rendiciones y renuncias a defender
los argumentos propios. No, no hablo
sólo de populismos nacidos de la indigencia y la necesidad, sino que me refiero
también a capítulos de la vida más ilustrada.
Sí, cuanto más cultos peor…me he dicho cuando no he
entendido comportamientos intolerantes que me parecían impensables en lugares
en los que se cruzaban conocimientos culturales muy distintos, centenarios,
cuyos beneficiarios –más cultos que ningún otro- abandonaban los
comportamientos cívicos que habían leído en las escuelas como propios y convenientes…y
lejanos, además, a la prepotencia.
Sí, los humanos solemos cometer no pocos errores, muy
especialmente aquellos que hemos estudiado en las escuelas y colegios como
peligrosos para la convivencia con los demás. Y esos errores no son
espontáneos, no, sino que suelen estar inducidos por esa suerte de artes
emotivo-epidérmicas que provocan que las mentes mejor formadas se dejen
transportar por las nubes de la trascendencia histórica y el acceso a le épica.
Sí…esas historias se sabe como empiezan pero suelen tener un
incierto final, aunque es más que frecuente que en el camino generan angustias
y penas…grandes sufrimientos.
Pero eso no es importante en la trastienda de los prohombres
y las promujeres que en un momento dado de sus vidas se convencen de que han
sido llamados a alcanzar metas históricas…que se emulan con quienes a lo largo
de los dos últimos siglos han generado revoluciones cuyo final ha generado sufrimientos y…soledad
Si, contextualicen ustedes como quieran, pero esos modos no
forman ya parte de la historia moderna sino que renuevan bríos cuando son
azuzados por las artes y magia de las emociones malsanas y ahora con el
complemento de las nuevas tecnologías.
Sí, todo esto se lo cuento porque un amigo mío, muy buen
amigo, me ha escrito hoy diciéndome que está pensando irse de Barcelona y
volver a su Andalucía natal.
Yo le he dicho que no se le ocurra.
Javier ZULOAGA