miércoles, 30 de agosto de 2017

QUEDARSE SOLO


 (Reeditado)

Tal vez la soledad sea una palabra que casi todas las personas, de una u otra manera, han entendido a lo largo de su vida sin necesidad de mirar en el diccionario, aunque es muy cierto que –la soledad- se puede vivir de maneras muy diferentes y también que no es necesario vivir aislado, o haber sido abandonado personalmente, para  sentirse realmente solo.

Hoy pienso en esa soledad de quienes, dentro de un grupo social, miran a su alrededor  buscando quien le escuche y descubren que no tienen, casi, ni la categoría de interlocutor. Ellos no están en el gran coro de las unanimidades y el unísono de la proclama ideológica que mueve a las masas. Tampoco encuentran, entre quienes defienden principios parecidos, a otros dispuestos a unirse hombro  con hombro porque, muy posiblemente, también sienten cierto temor.

Seguro que esta escena se ha repetido a lo largo de la historia y que el apabullamiento de los silenciosos timoratos por las multitudes bien organizadas
 han provocado no pocas rendiciones  y renuncias a defender los argumentos  propios. No, no hablo sólo de populismos nacidos de la indigencia y la necesidad, sino que me refiero también a capítulos de la vida más ilustrada.

Sí, cuanto más cultos peor…me he dicho cuando no he entendido comportamientos intolerantes que me parecían impensables en lugares en los que se cruzaban conocimientos culturales muy distintos, centenarios, cuyos beneficiarios –más cultos que ningún otro- abandonaban los comportamientos cívicos que habían leído en las escuelas como propios y convenientes…y lejanos, además, a la prepotencia.

Sí, los humanos solemos cometer no pocos errores, muy especialmente aquellos que hemos estudiado en las escuelas y colegios como peligrosos para la convivencia con los demás. Y esos errores no son espontáneos, no, sino que suelen estar inducidos por esa suerte de artes emotivo-epidérmicas que provocan que las mentes mejor formadas se dejen transportar por las nubes de la trascendencia histórica y el acceso a le épica.

Sí…esas historias se sabe como empiezan pero suelen tener un incierto final, aunque es más que frecuente que en el camino generan angustias y penas…grandes sufrimientos.

Pero eso no es importante en la trastienda de los prohombres y las promujeres que en un momento dado de sus vidas se convencen de que han sido llamados a alcanzar metas históricas…que se emulan con quienes a lo largo de los dos últimos siglos han generado revoluciones cuyo final ha generado  sufrimientos y…soledad

Si, contextualicen ustedes como quieran, pero esos modos no forman ya parte de la historia moderna sino que renuevan bríos cuando son azuzados por las artes y magia de las emociones malsanas y ahora con el complemento de las nuevas tecnologías.

Sí, todo esto se lo cuento porque un amigo mío, muy buen amigo, me ha escrito hoy diciéndome que está pensando irse de Barcelona y volver a su Andalucía natal.

Yo le he dicho que no se le ocurra.

Javier ZULOAGA