sábado, 12 de agosto de 2017

CATALUÑA: EL PAISAJE DESPUES DE LA BATALLA


Em preocupa la situació de Catalunya. Veig la dificultat de sumar, i em ve al cap una frase de sant Benet, patró d´Europa: diu que no hem de buscar el que em convé a mi mateix o al meu grup, sinó el que convé a la col·lectivitat, a la majoria; i això ens falta. Em preocupa el perill de crear una divisió dins la societat, i la solució passa pel mateix consell de sant Benet: buscar més el bé comú…

…Per les votacions que s´han fet, es veu que hi ha una mica més d´un cinquanta per cent en un costat i una mica menys en l´altre. Si això no se sap gestionar, i veient el que ha passat en altres llocs, pot portar a una divisió. Un monjo que va ser a Anglaterra el diumenge després del Brexit m´explicava que al matí va anar a missa a una església catòlica, i allà van pregar perquè el Brexit no suposés la divisió de la societat anglesa, i a la tarda va anar a vespres a una església anglicana, i allà van pregar pel mateix, perquè el resultat del referèndum havia sigut molt igualat.

http://amp.regio7.cat/bages/2016/08/03/josep-maria-soler-em-preocupa/373323.html

Son palabras, hace justo ahora un año, del abad de del monasterio de Nuestra Señora de Montserrat, Josep María Soler, publicadas en una entrevista en Regió 7 , periódico comarcal de merecido prestigio en Cataluña. He buscado este enlace cuando anoche vino a mi cabeza una pregunta cuando no acababa de dormirme.

-Y cuando acabe todo lo que ahora está ocurriendo, cuando acabe La batalla del Proces… ¿qué pasará?, ¿cómo seguirá todo?

No me cabe la menor duda de que, aunque bastante inquietos,  seguiremos los mismos hábitos que ahora llevamos y que las personas deberán ganarse la vida y preocuparse por parecidas cosas. Es una cuestión elemental, que sin embargo no oculta que estará en el escenario de nuestras vidas algo que no existía antes.

De la misma manera que el Abad de Montserrat, que hace ya un año andaba taciturno con la división de la sociedad catalana, andará aún más inquieto después de este año que ha pasado, todos nos preguntaremos, en mayor o menor medida, acerca de los pasos que dará la historia.

Si el superior de los benedictinos en la abadía de Montserrat tenía razón hace un año, no les quiero contar ahora, después de muchos meses en los que que la cuerda de la tensión y la corrección está prácticamente rota y se aproximan celebraciones electrizantes…esas que hacen que las emociones se sumen tanto a las convicciones y a los razonamientos, que llevan a las personas a confundir el orden más prudente de las mismas, no dando prioridad a lo que es más importante y que, como bien declaraba el abad a Regio 7, es el bien común.

Me temo que lo del “bien común” es algo sobre lo no resultará fácil que nos pongamos de acuerdo quienes componemos la sociedad catalana y que las verdades absolutas, el conmigo o contra mí pesarán en nuestra relación.

¿Qué pasará entonces?

Anoche, cuando finalmente me dormí, soñé que me quedaba colgado, dentro de un ascensor, con una persona que resultaba ser vecino mío y que, además, iba envuelto en una estelada independentista. Yo iba de paisano, sin envolverme en nada, pero él sabía que yo no era de los suyos, que era de los otros, los que no quieren separarse, aunque crea que son muchas las cosas que nuestros políticos  deberían apuntarse en su agenda para dejarnos respirar a quienes, en Cataluña, creemos en España como estado, que queremos algo más que el respeto a las leyes –que también- y que creemos que los problemas de fondo de una sociedad, cuando se cronifican, se merecen una reflexión política a fondo, salvo que no se quiera ver en el horizonte la sombra de una suerte de revolución popular.

Sí. Eso le decía a  mi vecino cuando ya llevábamos un par de horas colgados en el ascensor y comenzábamos a abrirnos porque se nos había agotado el repertorio de las cuestiones banales, anecdóticas y entrábamos en las de mayor calado.

-Yo me llamo Jordí…¿y tú?

-Yo, Javier

Y, en las siguientes dos horas, ya eran cuatro, entramos al trapo de nuestra condición política, la suya evidente por su bandera y la mía bastante transparente porque a mi, al final, todo se me nota. Nos explayamos.

Y hoy –en el sueño habían pasado ya seis o siete días- Jordi y yo habíamos quedado para tomarnos unas copas y hablar sobre las otras cosas de la vida. Acerca del turismo de masas y asalto a los busturistics , o del Barça…uno de los cuatro símbolos más importantes de Cataluña, junto con el RACC, “la Caixa” y la Mare de Deu de Montserrat.

¿Será posible un final así de feliz?... Me pregunto qué pensará el abad Josep María Soler.

Javier ZULOAGA