¡Qué gran idea tuve al abrir este blog!. Ahora lo tengo bien
claro, nueve años después de haber comenzado a escribir sobre lo que he pensado
acerca de las cosas que me han interesado, preocupado, inquietado…e incluso
ilusionado. Sí, línea tras línea, he ido volcando en este espacio mágico que se
ve y se puede leer pero no tocar, las reflexiones sobre múltiples aspectos de
la vida con la que me he cruzado.
Y hoy me he levantado de mi siesta pensando en la calle.
¡Exacto!, ésa que nos trajo la sociedad moderna con la Revolución Francesa al
acabar con el totalitarismo monárquico en Francia. La misma que hoy justifica o
acosa a los sistemas políticos con la fuerza de la presión popular…removiendo
premeditada y fríamente descontentos ciudadanos que merecen más el razonamiento
y el esfuerzo político y menos el oportunismo de quienes, finalmente, sacan
tajada de la manipulación de las personas y no les duele en prendas hacer uso
del pastoreo de las miserias.
Sí. Es una práctica bien antigua porque tiene garantizado un
alto grado de éxito. Imagínense…¿qué tiene más aceptación entre el pueblo que
oye?...¿la invocación a la gravedad y el llamamiento a generosidad?...¿o
encender esos sentimientos de tristeza que llevan a las personas a un patriotismo
–legítimo- pero desbocado?
Sí –otra vez sí- escribo desde Cataluña y en ella pienso. Y
me pregunto de qué manera son o podrían haber sido las cosas que ahora nos
hacen sufrir si se hubiera podido elegir entre el actual panorama o ese que he
idealizado al remontarme hasta la ciudadanía de los revolucionarios franceses
imaginando que aquí, donde vivo, los catalanes hubieran sido más importantes
que la misma Cataluña.
¿La patria?
¿Los ciudadanos?
Este dilema, si se revisa la historia, aparece como lo hacen
las setas quince días después de que llueva.
De abajo hacia arriba o de arriba hacia abajo. ¡Ahí está el
dilema!....¡ya lo sé!, pero quienes escribieron La Enciclopedia en la que puso
orden Diderot fueron personas bien ilustradas que basaron sus propuestas desde
el conocimiento, la cultura y el razonamiento. Y muy muy generosos. Primero los
cIudadanos, luego yo…imagino.
Sí –otra vez sí- la historia de los países del mundo está
trufada de crónicas históricas en las que casi todo parte desde abajo, desde la
calle…pero no resulta fácil encontrar que esas chispas de libertad hayan
prendido desde el poder constituido, desde esa misma ley que se quiere echar
abajo. Sí –otra vez- no entiendo como se puede vestir con rasgos casi
revolucionarios, ¡sin el casi!, cuando el que propone solemnemente le
desobediencia es alguien al que hemos de obedecer porque representa al Estado
español en Cataluña.
¡Qué desaliento!, de verdad produce ver que los españoles
hemos sido tan cerriles a lo largo de nuestra historia. En muchas ocasiones
hemos vivido en el lamento de nuestros errores…no quiero enumerar lo que está
en los libros y pienso que si hubiera que buscar un común denominador, acabaría
agarrándome al título de esta reflexión.
Sí, por última vez, los catalanes son/somos (soy vasco)
somos más importante que Cataluña. Estoy convencido.
Javier ZULOAGA