Acabo de ver las noticias sobre la toma de posesión del
ciudadano británico de origen paquistaní –y de profesión religiosa musulmana- Sadiq Khan,
como nuevo alcalde de Londres.
Una vez más, pienso, los británicos caminan muy
por delante de nosotros. Y cuando digo nosotros no sólo me refiero a los
españoles, que también, sino a quienes formamos parte de la UE y también – y
esto no es menos importante – de la mismísima gran colonia de la corona
inglesa, EE.UU.
¿Se imaginan a un equivalente de Sadiq Khan asumiendo la
alcaldía de Nueva York?, ¿O a un musulmán francés, hijo de magrebíes, al frente
del municipio de París?, ¿O de Madrid?, ¿O de Berlín?.
Hace unos meses leí que algo equivalente ocurría en Francia
tras una presidenciales, en la novela de Michel Houllebecq, “Sumisión”, en la
que el lector se sorprendía –o atemorizaba- ante la llegada de un francés de
religión musulmana a la presidencia
francesa. La misma Francia de las revueltas sociales y los atentados radicales.
Pero en Londres los ingleses, nos dicen que no pasa nada, que
Sadiq Khan puede ser alcalde de la capital del Imperio Británico y coincidir
con la nonagenaria reina Isabel cualquier día de estos. No pasa nada…claro que no,
porque en su toma de posesión en la catedral cristiana de Southpark, el nuevo
inquilino de la City Hall, ha dicho “Estoy orgulloso de que Londres haya elegido
la esperanza antes que el miedo, la unidad antes que la división”.
Tras él, junto al altar, estaban el representante de la
comunidad judía, con su kipá y una mujer musulmana con el hiyab…y a su derecha
el obispo titular de la catedral anglicana con su faja roja bien a la vista. ¡Y
no ha pasado nada!.
Cuando he viajado a Londres, un par de veces, me ha llamado
la atención la normalidad con que los habitantes de aquella capital aplican a
su convivencia con los indios, paquistaníes, árabes o maorís, entre otros, que
han echado sus raíces allí y mantienen sus señas de identidad –y sus religiones-
tres generaciones después.
Son admirables, aunque también es cierto que lo de ellos ha
sido menos compulsivo, poco a poco, al tiempo que se independizaban sus colonias,
al tiempo que mantenían, casi siempre, sus intereses económicos en aquellos
territorios que un día pertenecieron a la Commonwealth.
Puede que algo tenga que ver su insularidad, la que la
mantuvo más a resguardo de las beligerancias imperialistas, salvo de la de los vikingos
que llegaban de los países nórdicos.
Javier ZULOAGA
1 comentario:
La convivencia pacífica y enriquecedora entre comunidades culturales y religiosas distintas es una prueba evidente de tolerancia de la que todos podemos tomar ejemplo para vivir en paz. Una buena reflexión, Javier.
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