He pasado el año 2016 escribiendo, en este blog, acerca
de situaciones que me han hecho reflexionar.
En varias ocasiones, sobre las consecuencias más pedestres
de un mundo digital del que ya nadie se escapa; también acerca de la
intolerancia religiosa con ocasión del gran sentido común del Papa Francisco;
de lo malo que es vivir en el rencor; acerca
del hartazgo que provoca en los ciudadanos la inacción política; de la gran
supervivencia de la espontaneidad y chispa humana a través de pintadas con espray…e
incluso he pedido a quienes entran en este blog que escuchen y compren el disco “By Fire”, del grupo
CommonPlace, que lidera mi hijo Jorge.
Y les insisto, no dejen de hacerlo porque merece la pena. https://www.youtube.com/watch? v=w65Bg7Q_c1I&feature=youtu.be
Mis escritos no han generado respuestas hostiles, ni
siquiera disidencias notables y he pensado hoy que ésto puede deberse sólo a
dos razones: a que mi audiencia es discreta y sobre todo a que no me mojo. Es
verdad, no lo hago y he aprendido a caminar intelectualmente de puntillas,
seguramente por prudencia en tiempos es los que lo que vende es justamente la
agresividad. Crispación, demagogia, linchamiento ideológico, manipulación de
las emociones colectivas…no pueden ser buenas para la salud física e
intelectual, me he dicho en muchas ocasiones. Y por ello me he vuelto discreto…tal
vez un poco comodón.
-Zuloaga –me he dicho esta mañana- pero un poco más sí que
deberías mojarte, ¿no?.
Y me he respondido de nuevo que no. Porque no quiero mojarme y
decir que el pasado verano, cuando leí en un semanario, Regió 7, las
declaraciones del Abad
de Montserrat en las que mostraba su preocupación por la división que se ha
instalado en la sociedad catalana, esperaba que alguien se diera por aludido, de
un lado y también del otro. No, no he querido mojarme en este silencioso asunto.
Y tampoco quiero mojarme al ver de qué manera una
actitud más abierta, pero firme en lo más importante, de la jefa de la
oposición parlamentaria catalana, Inés Arrimadas, ha sido tomada por algunos de
sus compañeros de Ciudadanos como una suerte de traición… ni me mojaré sobre las
reacciones del gallinero político y mediático tras las reuniones de Soraya Sáez de Santamaría en la
Delegación del Gobierno en Cataluña, sobre las que algunos piensan que deberían
haberse iniciado por el vértice jerárquico de la Generalitat y no desde un
nivel menor. ¿Por qué?.
No, no quiero mojarme y caer en el error de escribir que el
inmovilismo y la inflexibilidad política son el mejor regalo que se puede hacer
a los visionarios y a los excluyentes – a los de un lado y a los del otro-
porque de esa manera se mantiene vivo al enemigo, fundamental en todos los
conflictos y guerras. No, no quiero caer en ese error.
Ni tampoco decir que no puedo tomarme en serio a quienes piensan
que las personas somos la gente. No me mojo ni lo diré porque quienes han
decidido llamarnos así, “la gente”, puede que escondan intenciones reales de
pastorearnos como a un rebaño. Sí, que gran palabra, ciudadano, aquella
que nació con las revoluciones que de verdad nos hicieron libres.
Seguro que usted, amigo lector, comprenderá mi discreción al
escribir.
Javier ZULOAGA
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